Residencia presidencial

Por Rafael Cárdenas

Gabriel Boric acaba de declarar en una entrevista (Radio ADN) que él quisiera fijar su residencia en el centro de Santiago cerca de La Moneda y no aislarse en el sector oriente.

Esto es una muy buena noticia y hay que celebrarlo porque nos retrotrae a los tiempos en que el presidente Jorge Alessandri se desplazaba a pie desde su departamento de la calle Philips, frente a la plaza de Armas, hasta La Moneda durante toda su administración (1958-64, la plena madurez de nuestra democracia bajo la Constitución de 1925).

No son sueños imposibles: Boris Johnson se transportaba en bicicleta durante los 2 períodos en que fue alcalde de Londres y se observan imágenes similares con las familias reales de Países Bajos o Dinamarca.

Alessandri fue el último presidente de la república que vivió en la comuna de Santiago. Después de muchas décadas, finalmente, tenemos una alcaldesa que reside en la comuna que gobierna y no aislada en los faldeos cordilleranos, como ha sido la norma de los nuevos tiempos que terminan y en los que hemos tenido que soportar ser gobernados con la paranoia propia de quien vive aislado y totalmente desconectado de la realidad de vida del común de los habitantes de Santiago y sólo baja a ejercer su función con aprensión hacia lo desconocido.

Desgraciadamente, esta desconexión entre modos de vida paralelos, es lo que ha exhibido la clase política respecto de la ciudadanía en todos estos años de postdictadura. Todo un contraste con sociedades más democráticas e inclusivas, como la Alemania de Angela Merkel, quien vivió sus 16 años de canciller en un departamento central y realizaba personalmente sus compras en el supermercado.

Nuestro futuro presidente debe residir “en el centro de la realidad”, como afirmaba la publicidad de la UDP hace décadas. No es lo mismo hacerlo en la comuna de Santiago, donde se muestra la pluralidad de nuestra sociedad, incrementada por la masiva inmigración de los últimos años y en la que tienen su sede las instituciones republicanas, que vivir en una burbuja en barrios exclusivos que recuerdan a la película protagonizada por Burt Lancaster El nadador (basada en el cuento del mismo nombre de John Cheever) que es un muestrario de algo similar en Los Ángeles.

Si el proceso constituyente nos lleva a reemplazar el presidencialismo actual y existe un jefe de Estado y un jefe de gobierno, aquél, el Presidente de la República, debiera tener por residencia oficial el Palacio Cousiño (como sugerí hace años en un relato publicado en elquintopoder.cl, titulado Divertimento parlamentarista), mientras el primer ministro nos gobierna desde La Moneda.

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