Sudafricanos se despiden de Desmond Tutu en una capilla ardiente en Ciudad del Cabo

El país ha decretado siete días de duelo y todas las banderas ondean a media asta. En Ciudad del Cabo, la icónica Montaña de la Mesa se ilumina de violeta todas las noches en homenaje al arzobispo, que solía llevar la sotana de ese color.

Sudáfrica comenzó hoy a despedirse de Desmond Tutu en una capilla ardiente en la catedral San Jorge de Ciudad del Cabo, el lugar desde donde el arzobispo luchó durante años contra el apartheid.

El sencillo ataúd de pino – «El más barato posible», había pedido Tutu- decorado con claveles blancos llegó temprano a su antigua parroquia a hombros de seis curas anglicanos, y permanecerá allí durante dos días antes del funeral previsto para el sábado, reseñó la agencia de noticias AFP.

Justo antes de que el féretro ingresara en la catedral, el actual arzobispo de Ciudad del Cabo, monseñor Thabo Makgoba, pronunció una oración mientras otros lanzaban incienso. Luego, la viuda del incansable defensor de los derechos humanos, apodada de manera afectuosa «Mama Leah», caminó lentamente detrás de él hacia el interior de la iglesia.

Desde su deceso el domingo con 90 años, figuras mundiales como el papa Francisco, su amigo el dalái lama o jefes de Estado homenajearon a Tutu, y ahora llegó el turno de los sudafricanos, que se ven huérfanos de un referente.

«Hemos venido a rendirle homenaje», confió a AFP Joan Coulson que, con su hermana, llegó muy temprano por la mañana para ser de las primeras en entrar a la catedral. «Lo conocí cuando tenía 15 años, ahora tengo 70», dice, y compara a Tutu con una estrella del rock, «como Elvis».

Inicialmente prevista para solo una jornada, la capilla ardiente fue prolongada al viernes, «por temor a que haya una avalancha», indicó el reverendo Gilmore Fry.

Tras una incineración privada, sus cenizas serán inhumadas en la antigua parroquia del arzobispo, donde desde el lunes repican las campanas cada mediodía durante diez minutos en su memoria.

Desde el domingo, cientos de sudafricanos acudieron a la catedral, donde se habilitó un registró para dejar mensajes y ramos de flores.

El país ha decretado siete días de duelo y todas las banderas ondean a media asta. En Ciudad del Cabo, la icónica Montaña de la Mesa se ilumina de violeta todas las noches en homenaje al arzobispo, que solía llevar la sotana de ese color.

La semana ha estado marcada además por numerosas ceremonias, principalmente religiosas a lo largo del país.

El sábado no habrá ceremonia ostentosa ni gastos suntuosos, ya que Tutu dejó consignas estrictas al respecto. El único ramo de flores será el ofrecido por la familia y la asistencia se verá limitada a un centenar de personas, a raíz de la pandemia.

La ceremonia religiosa será también oficial. Por pedido de Tutu, los militares limitarán su intervención a la entrega de una bandera sudafricana a su viuda Leah, con quien se casó en 1955 y tuvo cuatro hijos.

El premio Nobel de la Paz 1984 se había retirado de la vida pública en los últimos meses, debilitado por su avanzada edad y un cáncer.

Tutu adquirió notoriedad en las horas más oscuras del apartheid, cuando encabezó marchas pacíficas contra la segregación y para abogar por sanciones contra el régimen de supremacía blanca de Pretoria.

A diferencia de otros militantes de su época, sus hábitos lo salvaron de ser encarcelado.

Tras la llegada de la democracia en 1994 y la elección de su amigo Nelson Mandela como presidente, Desmond Tutu, que dio a Sudáfrica el apelativo de «Nación del Arcoíris», presidió la Comisión de la Verdad y la Reconciliación (CVR), creada con la esperanza de pasar la página del odio racial. (Télam)

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