Carta a Warnken: «Suelta el palo, Cristián, no abandones el barco»

El filósofo Daniel Ramírez responde a los escritos del columnista de El Mercurio y su carta a los amarillos, con fuertes críticas al proceso constituyente.

Si no fuera por el respeto que me merece tu trabajo, que ha permitido a la mejor, a la más refinada (y la más frágil), cultura mundial permanecer viva en nuestro país, estimulándola desde el más respetable de las artes -la conversación amistosa e inteligente-, no me tomaría (ni te quitaría) el tiempo, porque será un poco largo.

El tuteo no es falsa intimidad, es el estilo que has adoptado en ese género que cultivas con brío: la “carta a”, como lo escribiste en la conmovedora “Carta a Gioconda Belli”: leyendo sus versos nos sentimos muy cerca de ella; y por cierto, la pregunta que haces entonces a propósito de los sandinistas y otros (“¿Quiénes cambiaron tanto? ¿Ellos, los Ortega o nosotros que creímos alguna vez en ellos?”) es una gran pregunta.

Para tu tranquilidad, aunque no creo que mi opinión podría quitarte el sueño, te dejo en claro que al igual que tú, detesto la violencia, la ultranza vengadora y creo que una de las peores prácticas que se han banalizado hoy en día, sacándola de su contexto histórico (“cuando no hay justicia hay funa”) que le daba una justificación clara, es la funa, el furor del insulto y el placer de denigrar, del cual tanto tú como el presidente Boric y otros han sido víctimas (“Carta a mis hijos»).

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Nada más indigno que una turba vociferante y ello sería solo ridículo si no implicara un grado de agresión e intenciones de linchamiento que la hacen peligrosa. Creo que coincidimos también en mantener a la mayor distancia posible el lenguaje y la ideología del resentimiento (qué mejor análisis que el de Nietzsche en “La genealogía de la Moral”). No me gustan nada, como tampoco a ti, las ideas de Carl Schmitt, quien reduce la política a la escisión entre amigo y enemigo y me entristece que algunos de mis amigos no logran abstenerse de convertir al adversario u oponente político en el enemigo.

A estas alturas, te preguntarás porqué me escribe este tío si es para decirme que está del todo de acuerdo conmigo…

Es que voy a referirme ahora a tu “Carta a las bases amarillas del país”. Primero, puede parecer astuto el intento de resignificar lo que fue un insulto en el lenguaje revolucionario, apropiándoselo: “amarillo” era algo así como traidor, por no ir hasta el final de las rojas consecuencias de “la contradicción principal” y elegir la vía reformista. Pero creo que la socialdemocracia, el socialismo (en la medida en que existan aún) o el deseo de justicia social y la vasta invención socio-política actual no merecen ese calificativo, y si es por bellos colores, a una supuesta bandera amarilla yo prefiero la multicolor de la diversidad sexual o la de los pueblos originarios aymaras. Los pacifistas, demócratas, partidarios del derecho y de la negociación no somos “amarillos”, somos de todos los colores. Quienes no soportan que haya que negociar, transar, incluir, son más bien grises como un comisario de partido. No somos amarillos, justamente porque la referencia principal no es la teoría de la revolución marxista leninista, y que desde esa posición nos hubiéramos movido hacia el centro. Las referencias son otras, la época es otra, la famosa revolución casi nadie la quiere (yo la escribo hoy con dos “e”: ‘re-evolución’) y hay cientos de ideas nuevas que pueden inspirar la evolución futura de nuestras sociedades.

El problema que mencionas (y coincido en eso) es que el tiempo actual es crítico y que necesitamos mucha energía y convicción negociadora para lograr una Constitución que esté a la altura y no es el momento para que la lucidez y la inteligencia partan de vacaciones.

Si te alarma un cierto maximalismo en las reivindicaciones de algunos convencionales, a mí me parece normal y tú también lo dices: se trata de minorías que estuvieron largo tiempo excluidas. ¿La Constitución no debe ser maximalista? No lo será, porque será el resultado justamente de la negociación, del voto por 2/3 de representantes elegidos también por voto mayoritario. No de cada minoría.

¿La Constitución debe ser minimalista? Veamos. ¿Qué significaría eso? ¿Algo que convendría a todos los que están representados en la Convención, incluidas las minorías recalcitrantes (y las hay de diverso tipo) ya sean conservadoras católicas o anarco-leninistas? Tal cosa implicaría simplemente dejar para después los problemas principales. Por qué no; solo que “para después” significa para el juego parlamentario y de los partidos de la legislación ordinaria (cuya institucionalidad no cambiaría), que fue justamente lo rechazado en el famoso estallido social, aquel juego que conviene tanto a las élites que han gobernado desde hace décadas. Hoy en día ellas están casi ausentes de la Convención, es cierto, pero ello fue la voluntad del pueblo elector, no la de algún iluminado líder revolucionario. Todo el mundo jugó el juego (“la cocina” según los grises, seguro que lo recuerdas). En resumen, lo que llamas maximalismo, yo lo llamo simplemente ‘constitucionalismo’: la idea que la constitución es el centro de la vida política de una sociedad, un texto fuerte, fundador. Porque el minimalismo es quitarle valor a la Constitución para devolvérselo al jueguito parlamentario normal de los partidos.

Aprecio mucho en ti, e intento imponerme la misma disciplina, la exclusión de todo insulto; pero no puedo ser indiferente a algo que, si bien no son insultos, en tu escritura revela desprecio y soberbia: cuando calificas de “catarsis” la fase reivindicativa o los reclamos de reconocimiento de sectores que tú mismo lo reconoces, “antes estuvieron ‘invisibilizados’ por mucho tiempo por la élite y no lograron un espacio de representación y exposición [debido a] las falencias de representación que nuestra democracia un poco gastada ya estaba mostrando”. Bueno, tal vez hubo algo de catarsis, pero era necesaria, como lo fueron las Comisiones de Verdad y Reconciliación en Sudáfrica en los años 90, promovidas por D. Tutu y N. Mandela. Luego hablas de “emociones primarias” (siguiendo tal vez a Carlos Peña que solo vio eso en el estallido social), de “niños o adolescentes con pataleta, rabia o pena”, o “los grupos radicales se han dado todos los gustitos posibles”.

Es muy curioso, cuando una instancia salida de las urnas, y con el sistema en vigor, es decir voto mayoritario representativo, sospechar que ella estará redactando “una Constitución sincretista, pachamámica, bolivariana” o inspirada en “muchos de los mamarrachos constitucionales que abundan en Latinoamérica”, que implicaría obligar al pueblo a “tragarse un hongo alucinógeno, a vivir una experiencia o experimento iniciático o político–chamánico”, “un refrito posmoderno y barroco de ideas copiadas de Evo Morales”.

Todo ese lenguaje florido ya no revela vigilancia, lucidez y atención (que la inteligencia no salga de vacaciones) sino mofa y desprecio. Permíteme señalar que no está a la altura tu elocuente elogio del matiz, de la parte de sombra que llevamos todos y de la necesaria negociación e inclusión. Y no es de extrañar lo que sigue: la amenaza ni siquiera velada de militar por el rechazo a tal Constitución. El fondo de tu proposición estratégica es no dejar a la minoría de derecha recalcitrante (el 20% del rechazo) la posición del voto “No” en el plebiscito de salida, lo cual la condenaría a una derrota casi tan amplia, sino sumarle el centro, tus “amarillos”, para darle chances. Aquí no hay matiz o ecuanimidad sino un abierto y manifiesto rechazo.

Ni tú ni yo somos convencionales, y por cierto coincido totalmente en que tenemos todo el derecho a participar en el debate como si lo fuéramos; pero si fuera el caso, tendría que imaginarte a ti negociando con “alucinados mamarrachos, pachamámicos, neo-chamánicos, vengadores y totalitarios”; ¿Habrías podido? Una apología de la negociación implicaría un poco de respeto a quienes recolectaron las firmas necesarias y luego fueron elegidos democráticamente para hacer el trabajo que les encomendamos.

Para volver al fondo del asunto, tú lo dices en una frase tal vez a la pasada: los que “han tirado el tejo pasado”, y mejor aún, “corrido el cerco de lo posible”. Dejemos lo del tejo pasado, que es lo propio de toda negociación entre intereses opuestos y lo reconoces tú mismo cuando dices que “es preferible alertar, incluso exagerar”; exagerar es tirar el tejo pasado. Pero “correr el cerco de lo posible” es una expresión que me parece muy importante.

¿De dónde crees tú que ha salido tanto descontento como para generar el famoso estallido social? Ya sé, de pulsiones, dirán tú y Carlos Peña. Pero yo creo que también viene de que durante décadas (no son 30 años sino 48) se nos dijo hasta el cansancio que “eso no es posible”, que tal y tal cosa no está dentro del cerco de lo posible, que no hay que soñar, que la política es asunto racional (entiéndase: de economistas liberales). La frase es importante porque la política, en el sentido noble, aquel de Aristóteles, de Maquiavelo, de Lincoln o de Mandela, la política es siempre el arte de correr el cerco de lo posible. Sin ello no es la política sino la gestión: administrar un orden preexistente. Y cuando se confunde ese orden con lo racional y cuando ello favorece de manera obscena los intereses de quienes ya tienen mucho, me parece indispensable, un deber incluso, ‘correr el cerco de lo posible’.

¿Y por qué temerle tanto al término “refundación”? Primero que nada, este no significa “revolución”. La palabra refundación aparece dos veces en tu carta, una de ellas como cita de Agustín Squella, el único convencional que encuentra gracia a tus ojos: “que se trata de transformar y reformar instituciones, no de demolerlas, que esto no es la refundación de Chile, no estamos en 1810 sino en 2022” (bueno, yo habría dicho 1818, y no creo que sea porque a Squella le gusta la junta monarquista que firmó la sumisión al Reino de España en 1810, sino porque suena más. Pero eso es otro tema).

¿Qué tendría de malo una refundación? ¿Un proceso en el que “se corrieran los cercos de lo posible”? Tal vez sea una cuestión de palabras. Pero visto la amplitud de lo que fue el estallido social, y voy a permitirme hablar de otra cosa que la quema de buses, iglesias, o centros culturales, me refiero a los miles y miles (tal vez más de 20 mil) cabildos y asambleas autoconvocadas, que disciplinadamente, durante al menos 3 meses practicaron el diálogo sereno, horizontal, tomando nota, escuchándose los unos a los otros, diciendo, no solo el hastío de la desigualdad, de la exclusión y de la indignidad, sino también los deseos de justicia, las ideas de democracia participativa (estaban demostrando en el acto mismo que era posible), los anhelos de un país justo, ecológico e inclusivo.

El problema conceptual-histórico es el de reconocer o no que algo faltó en la transición de los 90. Yo nunca he denigrado ni calificado de traición (ni de amarillismo) lo logrado por Aylwin, Lagos y Bachelet. Se hizo mucho. Pero hay que reconocer que no se hizo todo lo que se pudo, o que no se pudo todo lo que se debió (¿será lo mismo?), o que no se quiso hacer lo que sí se podía o que no se supo lo que se debía (¿Será diferente?). Lo prueban los inmensos y recurrentes movimientos estudiantiles. Si todo ello se hubiera hecho, por supuesto con errores y fracasos, que son lo propio de toda empresa humana, el estallido social jamás habría ocurrido.

¿No te has preguntado por qué la reivindicación principal no fueron los 30 pesos o un poco de mejores pensiones sino la constitución? ¿Nunca te ha parecido que tal reivindicación no es lo propio de una turba de adolescentes malcriados o maximalistas vociferantes pulsionales, sino de un pueblo maduro y responsable? ¿Las pulsiones y los “gustitos” llevarían precisamente a exigir un proceso constitucional?

Por ello es totalmente legítimo y no necesitamos ingerir un cactus de San Pedro para pensar que una Constitución que esté a la altura podría ser una Constitución de refundación de la República.

Yo considero que es legítimo que haya católicos conservadores, neoliberales mercadófilos o autoritarios portalianos en la convención. Son parte de Chile. ¿Aceptarás tú que las ideas antineoliberales, de refundación, de república ecológica de democracia participativa y descentralización sean igualmente legítimas en la Convención?

Por cierto ¿por qué temerle tanto a la idea de regiones autónomas? Ni se ha dicho aún cual sería el grado de autonomía. ¿No se llama eso simplemente descentralización? ¿Qué sería una descentralización si las provincias o regiones (por supuesto no “naciones”) no tienen ninguna autonomía?

Y las ideas de recuperación de los bienes nacionales, de respeto por la naturaleza y por las tradiciones de pueblos originarios, de horizontalidad e inclusión de género, ¿te parecería que tengan tanto derecho a expresarse y a tratar de convencer como el tradicionalismo institucional (que llamas amarillismo)? ¿Dónde está el escándalo maximalista?
¿Y por qué temerle a la “refundación” de las instituciones de la democracia? Cuando el pueblo pide mayor participación, ¿son también pulsiones pueriles? ¿Hay que dejar que trabajen tranquilas las élites, correctamente asesoradas por economistas liberales?

La democracia es un vasto territorio de experimentación y no se ve por qué tendría que considerarse como acabada. Seguro que lo sabes: en muchas partes del mundo, la democracia liberal, occidental, está en crisis: abstención, individualismo, populismos, nacionalismos neofascistas, xenofobia, racismo, conservadurismo autoritario, terrorismo, hacen estragos en diversos países de la bella Europa. Por eso no se entiende (o yo no entiendo) la alusión a algo que habría que proteger, algo consolidado y probado, algo “racional”, o más extraño aún, la frase de Squella: “que tenemos historia y tradición detrás (constitucional, política y cultural)”, y que todo ello debería disuadirnos de alguna aventura refundacional.

¿De qué se trata? ¿Una historia nunca interrumpida? ¿Tradición sólida? ¿Constituciones respetadas? ¿Constituciones redactadas democráticamente? No se entiende bien de qué período estamos hablando, ¿Será de la guerra civil de 1823 a 1829, que terminó con la semi tiranía de Portales? ¿De la sangrienta “pacificación de la Araucanía”? ¿De la revolución de 1891 que depuso a Balmaceda? ¿Del golpe de Estado de 1924 que obligó a Arturo Alessandri a partir? ¿Del gobierno autoritario de Carlos Ibáñez del Campo o aquel de Gabriel Gonzalez Videla? Supongo que no del 11 de septiembre de 1973 y de la dictadura de Pinochet; ¿será entonces de la redacción de la Constitución de 1980? No, seriamente, ¿“historia y tradición constitucional, política y cultural”?

No digo que no hubiera nada bueno ni largos períodos de estabilidad y de prosperidad; pero no hay que mistificar, cualquier historia está sujeta a cambios, alteraciones, excesos, errores, masacres. Como citas tú mismo, “Cambia, todo cambia”, somos heracliteanos. Pero entonces cortémosla con eso de “la vasta tradición institucional liberal”. Se trata de interpretaciones discutibles (como toda interpretación) de la historia. El miedo a la idea de una refundación no se basa en nada, en ningún caso en una historia realmente ejemplar de instituciones democráticas. ¿Vendrá de una “pulsión”?

Para aligerar el tono, te cuento que me encanta trotar por los bosques que rodean mi casa. Me cruzo con otros trotadores y observo que muchos paseantes llevan perros, algunos bastante grandes, y muchos trotadores se arman de un palo “por si acaso”; es verdad, algún perro excitado podría saltarles encima. Al comienzo, se me ocurrió también tomar un palo. Pero muy pronto lo dejé, todos lo sabemos  ̶incluso los fans de los gatos ̶ , que los perros son afables y simpáticos (a menudo más que sus amos) y cuando me cruzo con uno de ellos, a veces enormes, lo único que quieren es algunas palabras amistosas y unos cariñitos. Cuando dejas entender que una mayoría jacobina vociferante y pulsional habría secuestrado la Convención y estaríamos peligrando tanto que más vale lanzar una alerta Tsunami, te siento como los trotadores que llevan un palo. Te he visto más optimista (“Carta a un amigo Constituyente”). Y me dan ganas de decirte, «suelta el palo», tal vez te sorprenderías (aunque sé que no usarías palo, pero tú conoces las metáforas).

¿Habrás participado en algún cabildo? Sería una pena si no, porque hubieras descubierto respeto, diálogo y arte de escuchar, atención a quien es “legítimamente otro”. ¿La CC habría perdido toda virtud de ese tipo por alguna maldición?

Creo que cuando no se quieren cambios hay que decirlo derechamente. Ser conservador es legítimo (ya me estoy repitiendo), son opiniones y somos libres. Lo que resulta triste es que una y otra vez las emprendas con tu hábil pluma contra la CC, destilando desconfianza, blandiendo la amenaza del rechazo a un texto que aún no se conoce. La Convención es la chance que nos hemos dado y representa, más allá de las esperanzas de muchos, la gran diversidad de nuestro país (¿demasiada?). No la rodeemos de recelo y ruido, sino, justamente, de conversación inteligente, como tú tan bien sabes hacerlo.

Suelta el palo, Cristian, no abandones el barco. Te necesitamos. Cuídate de ti mismo, que no se convierta en obsesión, no hay tal Tsunami. Te prometo una cosa: estaré pendiente, si algo así aparece al horizonte, uniré mis mucho más limitados medios que los tuyos, a la alerta.

Y si me he dado el tiempo de responder a tu carta (que por preferencias cromáticas no me estaba dirigida), es porque no me parece estar hablando con un banquero neoliberal, ni un abogado conservador, ni un predicador, ni un militante nacionalista. Sino con el conocedor del arte, de la poesía, de la gran literatura, el artista de la conversación, el compañero de los pensadores, el artífice de la comprensión de los misterios de la cultura que tanto apreciamos. En resumen, gente que necesitamos mucho. ¿Qué sería de un futuro país, refundado y todo, sin espíritus sutiles y eruditos, sin pacientes cultores de las ideas, sin finos artesanos del lenguaje, sin la belleza del pensar?

Desde el bosque,

Daniel Ramírez

Escucha la conversación de 2018 entre Daniel Ramírez y Cristián Warnken

39 Comentarios
  1. Elia Parada dice

    Esta carta de respuesta a varias cartas anteriores de CW, está escrita con Respeto, eso se agradece. Somos varios los que nos hemos ido extrañando con sus últimos textos: dice, nombra, alude valores tan queridos por nuestra cultura y generación en particular, pero descalifica, invalida y “desprecia con soberbia” a las emociones, especialmente a la rabia. No habríamos llegado ni a la esquina sin la rabia que nos movilizó. (Se entiende que no se habla de la Violencia que ocurre cuando a algunos se les descontrola la rabia). Puede ser que para CW la rabia sea un tabú, entonces se le filtra subtexto en sus análisis públicos y nos hemos sentido agredidos. Y muchos estamos como enojados con él.
    Daniel Ramírez le hace ver esto impecablemente, lo emplaza con preguntas más que con opinión propia (que debe tener bastante); lo invita a eso mismo que él pregona: la elevada discusión.
    Ojalá CW recoja el guante y se reinstale a la altura de su inteligencia inundada de Paz y Cultura.
    Gracias.

  2. Tadeusz Malinowski dice

    Estimado Daniel Ramirez, a estas alturas del partido, con la Constituyente ya constituida y trabajando duro para escribir el nuevo contrato social que nos obligará a todas y a todos en lo que espero sea una dinámica inquebrantable hacia un país más justo, Cristian Warnken se alejó definitivamente –si alguna vez estuvo cercano a ellas, cosa que dudo viendo desde dónde escribe– de las sutilezas y erudiciones del pensar para converger sin vergüenza alguna con todas las Teresas Marinovic del Estado en defensa de los intereses de las élites financieras del país, trabajando por el descrédito de la Convención Constitucional con el fin de promover en la opinión pública la simple opción del rechazo, con el objetivo manifiesto de mantener vigente la actual Constitución de 1980, dictada por el criminal asesino Augusto Pinochet Ugarte. En esa empresa están ya volcados todos los medios de comunicación de masas del Estado, que sean propiedad de los Luksic, de los Saieh o de los Edwards, y pocos son los medios realmente independientes que existen en nuestro país capaces de contrarrestar su torticera influencia. Solo espero que el pueblo chileno, que es gracias a quién se ha entrado en esta nueva vía, se mantenga alerta y sea inflexible en la defensa de sus propios intereses. Desde el océano,
    Tadeusz Malinowski.

    1. Hernán Felipe Valenzuela dice

      Escribes bien, piensas mal. ¡Un verdadero canto de sirenas tu opinión!

    2. Drina licia dice

      Gracias Daniel por compartir tu humanidad en la carta. Soy de las personas multicolores y que me pregunte porque Warken escribe esa carta donde comparte tanto su miedo y busca sembrarlo d quienes disfrutamos de sus modos de reflexión? ..: el miedo es tan legitimo y te agradezco la energía que pusiste en mostrarle que es posible soltar paradigmas y refundar un país más respetuoso. Namaste

  3. Teresa Riesen dice

    Me encanta tu forma creativa y profunda para mostrar una mirada esperanzadora sin tanto cuco.
    Me encanta ese experimento valiente de una CC…respetuosa busqueda de un nuevo camino por andar…me encantan humanos que se strevan confiar y soltar el palo…gracias Daniel!

  4. Patricio dice

    Maravillosa respuesta a los comentarios de Cristián W..

  5. a dice

    Excelente,clarito.Chile despertó no creemos toda la parafernalia que estan haciendo la derecha hipócrita.

    1. Oscar Carvajal dice

      Esos amarillentos hacen honor a su autodenominado movimiento, soledad alvear y su reforma judicial Protectora de los flaytes criminales, carolina goic lacaya de las afp, cristian walker esbirro de los dueños del mercurio, como integrante de la clase trabajadora ya conocemos el olor de los traidores y estos huelen igualito a JUDAS

      1. Agustín Infante dice

        Flaco favor le hacen a Daniel Ramírez los comentarios a su carta respuesta a Cristián Warnken. Solo confirman que las aprehensiones de éste nos interpretan a muchos.

    2. Ricardo P. Saravia dice

      Soy de los que el ‘65 cantaba “Brilla el sol….”, el ‘70 cantaba “Venceremos…” y el 2019 se integró al Cabildo “Plaza Las Lilas”, el no dejar a la Convención sola, como una superestructura de una nueva élite, significaba proponer temas, objetivos cómo quiera llamársele, firmar el apoyo de propuestas, defender el derecho a diálogo con propuestas que de las cuales discrepo, que hace que hasta quienes no quieren poderes del estado tuviesen la oportunidad de convencernos. Allí estará el resultado de lo que fuiste capaz de convencer y de lo que no. Estaremos todos. Ojalá quienes aún duden, no dejen de participar. No he escuchado a mi profesora Karla Córdua, este es también un proceso Cartesiano, más vale dudar una vez más hasta llegar a la certeza. Aún no me he muerto, aunque alguno me ha dicho “porqué mejor no te consideras muerto y deja que los que tenemos la responsabilidad de tus nietos hagamos nuestra tarea”, es justamente por ellos que trato de hacer, todo lo que tenga que hacer por la CC.

  6. Elia Parada dice

    Esta carta de respuesta a varias cartas anteriores de CW, está escrita con Respeto, eso se agradece. Somos varios los que nos hemos ido extrañando con sus últimos textos: dice, nombra, alude valores tan queridos por nuestra cultura y generación en particular, pero descalifica, invalida y “desprecia con soberbia” a las emociones, especialmente a la rabia. No habríamos llegado ni a la esquina sin la rabia que nos movilizó. (Se entiende que no se habla de la Violencia que ocurre cuando a algunos se les descontrola la rabia). Puede ser que para CW la rabia sea un tabú, entonces se le filtra subtexto en sus análisis públicos y nos hemos sentido agredidos. Y muchos estamos como enojados con él.

    Daniel Ramírez le hace ver esto impecablemente, lo emplaza con preguntas más que con opinión propia (que debe tener bastante); lo invita a eso mismo que él pregona: la elevada discusión.

    Ojalá CW recoja el guante y se reinstale a la altura de su inteligencia inundada de Paz y Cultura.

    1. Anónimo dice

      Bien dicho 👏

  7. Alejandro Covarrubias dice

    Nada de una convención democrática.
    Se metió la mano en la urna sin vergüenza, primero escogiendo «representantes» de «pueblos originarios» con los que los integrantes de los «pueblos originarios» no están ni allí, por ejemplo, los mapuches son más de un millón en Chile, los que participaron en escoger sus representantes no son ni el 2% ….

  8. Juan dice

    No será que el problema que denuncia CW es algo de origen, de legitimidad? Estimado Daniel, he hecho la siguiente pregunta a muchas personas: sabes lo que es y significa una constitución? salvo abogados, te prometo, nadie lo tiene claro (ha quedado clarisimo con varios constituyentes) . Sin embargo la clase política nos enchufó, a plena luz de día, la idea que una nueva constitución era la salida a la crisis social y política. No nos detuvimos a entender si en realidad es lo mejor. Me podrás decir que una const. en democracia es lo que vale, pero al final del día, sigue siendo un texto jurídico. Un instrumento desprovisto de cargas morales. No hay una relación entre origen y prosperidad. Creo que depositas una fe ciega en un proceso impuesto porque el acuerdo de noviembre de 2019 fue en un estado de shock (leer Naomi Klein). Ya para el plebiscito, estaba la suerte echada. Así que no es tan cierto que el pueblo (¿quienes son el «pueblo»? ¿cabe también los opositores a la nueva const? ¿o solo quienes se benefician de dicho concepto?) exigió el cambio. Sugiero que veas Inception para entender mi punto. Se dice que la legitimidad es el acuerdo institucional de noviembre plasmado en la modificación a la actual const. y legalmente, es así. Pero el origen inmediato fue la violencia. Entonces, ¿qué sería distinto de las otras consts.? CW está tranquilo. Lo tiene claro.

    1. Rafael dice

      Definitivamente vivimos en países distintos y ese es gran parte del problema. Creer que la idea de una nueva Constitución surgió espontáneamente de la cabeza de la élite, cuando desde los 90 venimos hablando de la Constitución en asambleas, en los círculos académicos, estudiantiles, en los sindicatos, en organizaciones territoriales,en juntas de vecinos, revela la completa desconexión con la realidad justamente del sector que hoy quiere rechazar, desconexión que también hemos denunciado y criticado por décadas. Pero probablemente tampoco nos quisiste escuchar porque preferiste que estuviéramos invisibilizados. Cada vez que se muestran así de ignorantes sobre las demandas que por décadas los movimientos sociales levantamos, me acuerdo cuando la derecha decía sin ningún pudor hasta bien entrado los 2000 con respecto a las violaciones de ddhh de la dictadura: «es que no sabíamos». Parece que no saben muchas cosas. Bueno, si crearon la condiciones perfectas para aislarse de los rotos, se van a vivir a un cerro, se rodean de rejas y se acaparan los pacos, es de esperarse. Me imagino que por eso también lo único que prefieren ver de la revuelta es la violencia, pero bastaba con pisar una vereda durante esos días para saber que detrás de cámara hubo y ha habido por años una sociedad organizada que ocupa los pocos espacios políticos que le quedan para debatir, con rabia, pero perfectamente lúcidos. Los únicos que se quedaron «en shock» y que no lo vieron venir fueron uds.

  9. Jorge Braña Segura dice

    Excelente respuesta, bien pensada y expresada. Es curioso el miedo a la democracia que se manifiesta en muchos en Chile, algunos por conveniencia propia (la elite acostumbrada a un cierto grado de colonialismo en las estructuras de poder político y económico), otros por costumbrismo. Se habla de un tradición democrática en un país donde han habido más de media docena de dictaduras a través de su historia, desde breves hasta de 17 años de duración. Demos la oportunidad a un proceso clamado por la gran mayoría y que es de lo más democrático que hemos tenido nunca, veamos los productos de esta CC una vez pulidos por el proceso. Habrán errores, y correcciones necesarias en el futuro, pero es lo más democrático que hemos tenido en nuestra historia y merece llegar a puerto. En este caso, mi NO rotundo al aborto y al alarmismo.

    1. Manuel Vivanco dice

      Filósofo rojo y comunista, obvio que está del lado de los recalcitrantes que son mayoría en la convención

      1. Gero dice

        Suelta el palo !! 😀

  10. Nicolás dice

    que lata esto.-

    1. Edelberto Gómez dice
  11. Anónimo dice

    Excelente, ojalá a Warnken le llegue algo de lo que dice esta cara.

  12. Rodolfo.Gomez.Cerda@gmail.com dice

    Que un conocido hombre culto, de aquellos que hasta para hablar del viento utilizan bibliografía o, según sea el tipo, definiciones entregadas por científicos de renombre, difícilmente puede comprender a una persona común que vive sin gozar de ningún privilegio, que su única riqueza es la honestidad heredada de sus progenitores, y que ve pasar ese viento huracanado esperando que no le lleve el techo de su casa ni se le corte la luz.
    No sabe de filosofía y si le suena Platón no es por aquel cuento de una caverna, sino por el café que se tomaba un estudiante en una canción.
    Por lo tanto, ese señor no es werkén así que no hay que confundirse. Es de otra etnia, de aquella que desprecia a quienes, a pesar de la cierta cercanía fonética, han sido víctimas por siglos de ese rechazo.
    También fueron los rotos, los mestizos, los indios, los callamperos, los obreros y los empleadillos. Todos y todas que jamás gozaron del privilegio de ser aceptados como humanos pares, con sus mismos derechos. Al contrario. Les fueron negados porque carecían de una fuerza muy superior: del poder. Y este, siempre lo ha tenido el dueño del dinero.
    Así que se junten los derrotados no es novedad: la historia de hace cincuenta años yo lo hizo, y todavía pagamos las consecuencias. Pero no tenemos por qué aceptarlo de nuevo.

    1. Elia Parada dice

      Bien dicho. Gracias

  13. Fernando Medina dice

    Estimado, en tus palabras

    «Te prometo una cosa: estaré pendiente, si algo así aparece al horizonte, uniré mis mucho más limitados medios que los tuyos, a la alerta»

    Para CW como muchos vemos en el horizonte nubarrones, se ven claramente. Se trata de levantar la voz y tratar de llegar a puerto con una constitución para todos y por tanto ayudar proponiendo, señalando, aportando, ahora aquellos puntos en que no habrá consenso y pueden hacer fracasar este necesario esfuerzo con un rechazo final. Puede que el manifiesto fuese un tanto duro, pero se entiende que se trata de expresar ahora, antes que queden a firme temas imposible o claramente controversiales que pueden ser fatales.

    Lo de amarillos…., podría ser rozados o celestes…. solo para expresar ubicación en la escala cromática……no importa mucho.

    1. Patricio dice

      Podría estar de acuerdo con el Sr. CW, cuando efectivamente la CC este dejando de lado todas las minorías socioculturales que existen en Chile en la propuestas que están siendo votadas para una nueva constitución. Distinto es el caso de una minoría política partidista!. Hacer pasar una minoría sociocultural (un pueblo ancestral o un grupo de una condición sexual diferente a la tradicional) es querer «sacar las castañas del fuego con la mano del gato». Una minoría política es eso, es una minoría política que en función de sus luchas e influencia en la población, puede transformarse en mayoría política y hasta donde sabemos, nadie ha impedido que los sectores conservadores puedan ejercer ese derecho de manera legitima y democrática. A menos que los sectores conservadores (que tienen sus representados en la CC) se sientan y crean que son «un pueblo ancestral o minoría socio-cultural (se casan entre primos) » la cosa sería distinta y habría, entonces, que colocarlos o definirlos en las categorías de protección como parte del patrimonio nacional, con los derechos pero también obligaciones que ello tiene en una sociedad democrática y plural que estamos construyendo.

  14. Gladys dice

    Soltar el palo. Una metafora de la otredad, creada , divulgada por los medios de comunicacion y apoyada por gobiernos que han servido a la elite.
    Las escuelas segregadas formaron por mas de 40 años y lo siguen haciendo , ejercitos de otros, graduados con honores en la desconfianza y recibiendo con alegria el «palo» como un salvavidas que lo mantendra a flote en los tsunamis que amenazan la «tradicion».
    Es hora de soltar el palo.

    1. Ximena V. dice

      Agradecida por la lucidez y por el respeto con que has expresado tus ideas, Daniel. Te has dado un tiempo más que necesario! Hay «templanzas» o amarillismos, como los que propone CW, que pueden resultar dolorosamente reaccionarios

  15. Pablo dice

    Pensemos que la élite hace un nuevo golpe de estado y mueren 200 mil personas por querer salvar la patria del desordenado e infantil y vulgar pueblo que quiso construir un nuevo orden inspirafo en estas ideas igualitarias y librepensadoras. Pasamos 10 años nuevamente con una terrible dictadura y agotado de esta tensión, vuelven un grupo de personas a suplicar a los nuevos monarcas que no eran tal esas ideas que solo eran puldiones juveniles. Y quienes serán esad personas. Ellos nuevamente, Los amarillos. Que en el fondo son más compasivos y ahora ellos deben tomar el control. En este contexto habrán nuevamente programas culturales conducidos por quién? Por Cristian warken. Que tiene la capacidad de ponerse en el lugar del otro

    1. Enrique Correa N dice

      Elia como me interpretas a mi familia a muchos amigos y a mi….
      CW nos ha agredido desde hace algún tiempo . … tanto así que lo empeze a considerar un personaje siniestro .
      Ramírez , con elegancia, lo pone en su lugar, sin descalificarlo…. !!!

  16. E dice

    A propós de soltar el palo, hay un koan q diz:

    Si traes una vara, toma ésta.

    Si no traes ninguna, arrójala!

  17. Héctor Calás dice

    La carta de Daniel Ramírez es una clase magistral de paciencia pedagógica y de uso calmo de la racionalidad. Punto por punto, casi con peras y manzanas, le va mostrando a CW el tejido con que se construyó su manifiesto amarillo. Y, al final, como prueba de integridad moral, Daniel Ramírez le hace extensiva la invitación a sumarse sin miedo al esfuerzo en proceso. La metáfora del palo y el perro es excelente porque señala lo que está detrás de parte de esta reacción amarilla: miedo a una suerte de incertidumbre que es resuelta como caos y destrucción insensata y criminal. Es una forma de resolver la duda temerosa al daño posible.
    Creo que CW pertenece a esta categoría de personas, no obstante sus méritos culturales (lo culto no quita lo miedoso) y no creo que se trate del ejercicio mercenario propio de un plumario. Es una persona a la que le asusta la navegación agitada y le grita a la tripulación para que lo retornen a la segura costa. Lamentablemente es cierto que con el transcurrir de los meses y desde algo antes del estallido social, CW ha ido mostrando una deriva hacia las posiciones del Partido del Orden agregando palabras, metáforas e imágenes cada vez más rabiosas. Ha ido abandonando un estilo de amabilidad casi beatífico que antes prodigaba en forma permanente. Bueno, que eso lo ayude a aceptar que la rabia saca palabras.

  18. orlando lagos dice

    Felicitaciones por tu pensamiento Daniel,….ya hace poco dejé de leer a CW. No me convence, o no me convenció, con sus opiniones de que somos todos amarillos.
    Mala comparación. Felicitaciones nuevamente. Abrazos alegres.-

  19. Ximena V. dice

    Agradecida por la lucidez y por el respeto con que has expresado tus ideas, Daniel. Te has dado un tiempo más que necesario! Hay «templanzas» o amarillismos, como los que propone CW, que pueden resultar dolorosamente reaccionarios

  20. Magaly Thumiger dice

    Gracias Daniel, al igual que tu, comparto el sentiemiento de tristeza de perder a Cristián Warnken. Por muchos años seguí sus programas y escritos, que eran un viento fresco a lo existente. Por mi parte apoyo la bandera de mil colores, la noviolencia activa, como metodolgia de acción, el dialogo constructivo y por supuesto una nueva «Constitución» que venga cambios y más cambios que son siempre, necesarios y renovadores o refundadores.

  21. Yanini Rivera dice

    Comparto plenamente la forma y el fondo de esta carta. Es incomprensible, asombroso para mí leer a Cristian Warnken desde ese color amarillo. Es otra persona que escribe, no el que ha escrito tantos textos notables o que ha hecho entrevistas geniales. Yo no logro sumarme a ese coro que dramatiza a la CC por estar actuando democraticamente. Al revés, me parece excelente que sean 2/3 los que ratifiquen las aprobaciones. Recién están en las votaciones y voces agoreras salen a empañar el proceso. Me dolería mucho ver a Cristian Warnken votando como Teresa Marinovic. Ojalá no sea más que un mero sueño que pone velos al despertar de Chile.

  22. Felipe dice

    En lo personal me agrada que exista un movimiento amarillista, creo que la polarización no ayuda, y el que exista algún punto de referencia al centro permite que emerjan diálogos como estos, con respeto, sin violencia, sin temor…

    1. Felipe dice

      No veo cuál es el problema de que haya un grupo de personas que plantee explícitamente que estará alerta a la emergencia de cualquier «tontera» que pueda salir de la Constituyente, declarando que decidirán al final (dependiendo del resultado) si van a aprobar o rechazar. Se me viene a la mente las palabras de cura Hasbún que en sus prédicas decía «en la duda esta el peligro».
      Creo que la molestia que hoy emerge por mirar críticamente a la Constituyente es la misma molestia que rápidamente se dejaba caer frente a los pocos que en su momento se manifestaban contrarios a la destrucción de un semáforo, una barricada, un saqueo, la quema de una sede de derecha o derechamente de una iglesia. – Cómo se te ocurre criticar la santa revuelta -pucha, es que vivo al lado de la plaza de arma y me tienen harto las lacrimógenas y barricadas…
      Por otro lado, si uno ve cómo fueron cambiando los comentarios que recibían personas como Warquen o Waissbluth por realizar ciertas críticas a la revuelta, no debiera extrañarse de que salgan a “trotar con un palo”. Comentarios que sin ofender ni deslegitimar, buscaban dar a conocer su parecer en un contexto donde la gente exigía que todo el pueblo pudiese expresar su parecer, pero claro, el pueblo no éramos todos, menos los que tenían apellido con «W».
      En fin, a mí, como se puede entender, me agrada que exista un movimiento amarillista, creo que la polarización no ayuda, y el que exista algún punto de referencia al centro permite que emerjan diálogos como estos, con respeto, sin violencia, sin temor… En síntesis, creo que es una tontera santificar, lo mismo que demonizar, el trabajo de los constituyentes, esperando que el resultado final nos permita seguir avanzado en la construcción de un país mejor.

  23. Guillermo Bermudez Gallardo dice

    Daniel.
    Escribes muy bien, y me parece muy correcto tu planteamiento. Pero no noto tu preocupación por defender el derecho de Cristian y de todos los demás que deseamos expresar nuestra opinión.
    Si los que llevan el timón de este barco que es la CC, por soberbia o convicción, como lo expresan algunos, nos lleva a naufragar….¿ por qué callar ?.
    Pensar en la infalibilidad de los constituyentes, es creer que la competencia la otorga el cargo. Y no es así. Recuerda Daniel que muchos intelectuales han rendido ciega pleitesía a procesos desastrosos y hasta sanguinarios de todo tipo.
    Porque rendir pleitesía a la Convención, si su tarea debiera gozar de confianza por la calidad en el desempeño de su trabajo, y eso brilla por su ausencia.
    Es mi opinión…

  24. F. Talavera dice

    Después que los patoteros obligaron a bailar a mi señora, después que domingo por medio los biciorcos nos despertaron a gritos amenazándonos con que nos iban devolver balas que otros dispararon, después que me quemaron la casa unos araucanos gorditos de metro y medio que llegaron en mejor camioneta que la mía, después de leer todo el odio que tienen hacia un enemigo imaginario que vive en 3 comunas y que supuestamente parasita de un pueblo virtuoso que no existe, luego de darme cuenta que nos quieren despojar de lo que por años una gran mayoría nos hemos ganado a punta del propio esfuerzo, después de leer las locuras racistas que están escribiendo en la CC., tengo claro que quienes siguen defendiendo este circo son fanáticos simpatizantes de una mafia delirante y totalitaria. Efectivamente desde los 90s ya había algunos que querían cambiar la CPR, pero no precisamente abogados constitucionalistas, lo que lo hace tan válido como que un simple usuario quiera cambiar el kernel de un sistema operativo. El problema es que fue con fuego con que se forzó al parlamento a llegar a un acuerdo que soltaría la CPR a cambio de una paz que no llegó. Y dado que después este mismo parlamento en estado de shock aceptó reglas mañosas con las que un convencional de la raza privilegiada, es escogido con votos que valen mil veces los votos del convencional criollo, obtuvimos una convención cuyas facciones representan con desproporción la realidad que los adoradores del pueblo virtuoso no quieren ver. En el sur de Chile, Don Daniel, la mayoría hemos nacido pobre, y es esta cercanía a la tierra mojada, la que nos permite ver a través de las fantasías que Uds. hoy usan para justificar una revolución. Cuando comenzó el asalto de 2019, muchos dijeron que lo que se hizo con fuego, sería deshecho de la misma forma. Bueno, ahora les pasará exactamente eso.

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