La lucha de indígenas brasileños por hacer sus rituales fúnebres durante la pandemia

El objetivo de estos rituales es "colocar en el olvido" las cenizas del muerto, lo que debe garantizar el viaje sin retorno de su alma ("pore") hasta las "espaldas del cielo", donde vivirá una nueva vida sin mal.

Joan Royo Gual

 Al dolor de quienes perdieron a familiares víctimas del covid-19 se suma el desasosiego de los que no pudieron despedirse de ellos con los debidos rituales fúnebres. Familias de indígenas brasileños Yanomami y WaiWai, del norte del país, luchan en la justicia para poder exhumar los cuerpos de sus parientes, que fueron enterrados a toda prisa en un cementerio católico, y llevarlos de vuelta a las aldeas.

En el cementerio del Campo da Saudade, en Boa Vista, la capital del estado de Roraima (norte) descansan, entre lápidas y cruces católicas, al menos 15 cuerpos que no deberían estar ahí. Ahora, las autoridades sanitarias se preparan para exhumarlos, aunque no ha sido tarea fácil.

ENTIERROS POLÉMICOS

En los meses más duros de la pandemia, los indígenas más enfermos dejaban sus aldeas en el interior de la selva amazónica y en ocasiones eran trasladados a cientos de kilómetros de distancia, al hospital de Boa Vista. Al fallecer, los cuerpos no podían ser enviados de regreso a su lugar de origen, debido a los estrictos protocolos sanitarios por el riesgo de contagio.

La normativa, que a veces hace excepciones para respetar las particularidades de las culturas indígenas, cambió hace unos meses, y ahora los cadáveres se devuelven a las aldeas, pero no fue así al principio.

Lo consiguió el Ministerio Público, que presionó para que los indígenas no sean enterrados en cementerios urbanos si no hay un consentimiento previo y ahora lucha para exhumar a los que quedan. No es un proceso fácil, como explica a la Agencia Sputnik el procurador Alisson Marugal.

«Como procurador, como alguien que forma parte de la cultura judeocristiana, que tiene otra visión del luto, es difícil sensibilizar a los órganos sobre la importancia que el luto tiene en la cultura Yanomami; en general a los gestores les cuesta entenderlo», lamenta.

UN RITUAL MUY DIFERENTE

Marugal recuerda que las prácticas fúnebres de los Yanomami no pasan por el entierro, sino por la cremación del cuerpo, y que algunas comunidades más aisladas todavía celebran el ritual de ingerir las cenizas del fallecido.

Según el antropólogo francés Bruce Albert, los difuntos Yanomami deben ser cremados y llorados colectivamente por sus comunidades, y las cenizas de sus huesos conservadas para ser sepultadas o lo largo de varias fiestas colectivas de alianza, llamadas «reahu», que en ocasiones también incluyen la ingesta.

El objetivo de estos rituales es «colocar en el olvido» las cenizas del muerto, lo que debe garantizar el viaje sin retorno de su alma («pore») hasta las «espaldas del cielo», donde vivirá una nueva vida sin mal. Si no se hace nada de eso se cree que las almas de los muertos volverán siempre para atormentar a los vivos en sus sueños, provocándoles una nostalgia eterna.

En su decisión, el fiscal recordó que este ritual ocupa «un espacio central» en la cosmología indígena y advirtió que sería extremadamente dañino adoptar acciones incompatibles con su repertorio sociocultural, como el entierro en cementerios urbanos.

De momento, no hay fecha para la exhumación, ya que la Secretaría de Salud Indígena alega dificultades logísticas y presupuestarias, pero Marugal promete que saldrá adelante y que si hace falta habrá más recursos judiciales. (Sputnik)

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