El paciente: la muerte de Michael Scott y el renacer de Steve Carell

Por Miguel Reyes Almarza, periodista e investigador en pensamiento crítico.

★★★☆☆ (3,5 sobre 5)

Si hay algo que todo actor profesional rehúye con pavor, es quedar atrapado en un personaje para siempre. El solo hecho de ser reconocido por solo uno de tantos trabajos termina por poner demasiada presión en cada proyecto y castigar su imagen pública, sobre todo cuando lo que antecede ha tenido un éxito sin igual.

Steve Carell (Globo de oro, Mejor actor serie cómica, 2006 por The Office) mejor conocido como el jefe de “The Office”, Michael Scott, tuvo al fin su revancha luego de lidiar por muchos años con aquel personaje amado/odiado que literalmente devoró a su persona desde el año 2005 hasta el 2011 (incluyendo un cameo en el episodio final de 2013). La serie de NBC, considerada la mejor de la década para los críticos estadounidenses, dejaba una huella imborrable en el actor de la cual muy difícilmente pudo sacudirse.

Es cierto que luego tuvo una nominación al Óscar como mejor actor por Foxcatcher (2014) película que además obtuvo cuatro nominaciones más, sin embargo, el impacto mundial que conseguía el éxito de “The Office” gracias a su difusión vía streaming, dejaba poco espacio para el reconocimiento de Carell en otro contexto que no fuera la comedia.

Pero el 2022 sería un año distinto. Cuando Joel Fields y Joe Weisberg, los mismos creadores de la exitosa serie policial The Americans (2013), deciden darle a Carell el protagónico de una pequeña serie de suspenso sicológico llamada simplemente “El Paciente”. El actor, además tendría la posibilidad de producir el trabajo, por tanto, a su incorporación actoral le seguía el control ejecutivo de la misma obra. Y no se equivocaron.

En apenas 10 episodios de tan solo 30 minutos cada uno y desarrollando una trama simple, pero eficiente, donde descubrimos la historia de un paciente que rapta a su terapeuta para que lo ayude a lidiar con sus pulsiones de asesinato serial, asistimos a la muerte del eterno personaje de comedia.

Carell, como Alan Strauss -terapeuta que vive el luto tras el reciente fallecimiento de su mujer más uno que otro problema con sus hijos- se desentiende de toda la hiper gesticulación, de aquella otrora fecunda exageración para recalar en un trabajo cuidadoso y pausado, como se espera de alguien que busca sanar mediante el habla. Es cierto que a veces aparece cierto sentido de comedia, lo que es parte del guion en general y no una petición personal sobre su personaje, no obstante, es otro carácter, otro cuerpo y otra construcción dramática. Una real tragedia.

Más allá del clásico lugar común terapeuta/asesino, el trabajo que resulta de su interacción con Domhnall Gleeson (como su paciente, Sam Fortner) es algo que sin duda vale la pena revisar. Gleeson, quien carga, a pesar de su juventud, con una vasta experiencia en cine y teatro, sostiene el papel sicopático con total adecuación. Allí la complicidad entre ambos profesionales es total y el resultado de esta interacción, muchas veces, nos hace olvidar lo poco original del argumento.

Episodios cortos y gran presencia escénica, a veces valen más que una buena historia. Lo mejor, Michael Scott ha abandonado -al fin- el edificio. Bien merecido que lo tenía.

Disponible en Hulu y Star +

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