La importancia del sueño

Por Georg Unger, psicólogo y académico de la Universidad Central (UCEN).

Desde tiempos inmemoriales al ser humano le ha significado desafíos insondables la comprensión de lo que es la realidad en su doble dimensión de vigilia y sueño. Actualmente se considera el dormir como un proceso fisiológico fundamental para la salud de las personas y en particular para su sistema inmunológico.

Según varios estudios, la población mundial duerme cada vez menos, principalmente por factores sociales y por los hábitos de los individuos. Esto tiene incidencia en la vigilia, cuando estamos despiertos, por ejemplo, en la memoria y el aprendizaje, ya que, al dormir satisfactoriamente, recuperamos energía y regulamos una serie de procesos neuroendocrinos.

En el ser humano el dormir “madura”; es decir se tienen que dar ciertos procesos biológicos en el tiempo, hasta que los niños y niñas puedan lograr su estabilidad y sus mayores beneficios.

Con la vida adulta y el estrés que caracteriza a la vida social contemporánea, se ha comprobado una creciente tendencia a que las personas sufran de trastornos del sueño. Ellos se observan más en las mujeres, en las personas de nivel socioeconómico bajo, las personas con trastornos psiquiátricos y en los ancianos institucionalizados, por ejemplo. Entre ellos se encuentra el insomnio, la hipersomnia (lo opuesto), las pesadillas y, en proporciones poco significativas el sonambulismo, los terrores nocturnos y las pausas respiratorias.

Según la OMS el 40% de la población mundial sufre insomnio en algún momento de su vida. Ello es un factor de riesgo para varias enfermedades, tales como la diabetes mellitus tipo 2 y la obesidad. A la inversa, son muchos los trastornos físicos y psicológicos que afectan la conciliación o calidad del sueño.

En este terreno ha ido creciendo exponencialmente la tendencia de la población a consumir “remedios para dormir”. Como alternativa la evidencia demuestra el gran valor que tiene la meditación o las técnicas de relajación y respiración consciente. Por ello es relevante, hoy más que nunca, aprender y practicar una “higiene del sueño”.

Es importante recalcar que toda persona debe revisar sus hábitos de dormir y discriminar los factores que pueden afectarlo. Podemos destacar los factores ambientales tales como la exposición a la luz y al ruido. En segundo lugar, las conductas de las personas entre las que sobresalen el consumo de café, cigarrillos y drogas y los patrones de vida previos al acostarse, tales como la exposición excesiva a la televisión, el computador o los teléfonos celulares.

Debe atenderse al cuidado del dormir desde la primera infancia, pues los recién nacidos que son afectados en su sueño, tienden a experimentar efectos adversos en su desarrollo neurológico, físico y cognitivo: sufren de más ansiedad y evidencian más agresividad y problemas de aprendizaje a posteriori. Si estos trastornos se prolongan hasta la pre adolescencia o adolescencia, favorecen el desarrollo de problemas psicológicos y psiquiátricos. Es relevante atender a la importancia de la calidad y el valor que tiene el sueño para el bienestar humano.

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