Directora de Niño y Patria: “Aún nos queda mucho camino por recorrer para dar una respuesta efectiva a los requerimientos que tienen los y las adolescentes en Chile»

“Hoy en día la política pública para este grupo objetivo no funciona, como quisiéramos, mejor dicho, no garantiza los derechos básicos para ellos”, señala Erica Ponce Figueroa.

Hace aproximadamente 24 años comenzó su trabajo en infancia y adolescencia, específicamente con niños, niñas y adolescentes que han sido gravemente vulnerados en sus derechos.

Luego que se tituló de socióloga y por su vida laboral, le permitió un acercamiento mayor que la cautivó definitivamente y hoy, por su trayectoria, se encuentra en la dirección ejecutiva de Fundación Niño y Patria, cargo que ocupa desde hace ya 3 años.

En la actualidad, la institución que nació hace 57 años, cuenta con un directorio renovado y de civiles, entre ellos su presidente, Francisco Aylwin Oyarzún, Roberto Fantuzzi Hernández, Cecilia Pérez Jara y Harold Mayne-Nicholls Sécul.

¿Cómo fue la experiencia de hacerse cargo de una institución con una cultura de carabineros?

No fue una decisión fácil el postularme al cargo de directora ejecutiva, no solo por lo que implica el cargo y la responsabilidad relacionada con él, sino también por asumir el liderazgo de una fundación con 57 años de historia y con una cultura organizacional muy distinta a los otros espacios laborales donde tuve la posibilidad de trabajar.

Sin embargo, ha sido una aventura maravillosa y desafiante. Al mes de haber asumido la dirección de la Fundación, se declara la alerta sanitaria por COVID que nos obligó a modificar nuestra hoja de ruta y apoyar a nuestros equipos, a lo largo del país, como a los niños, niñas y adolescentes que estaban bajo nuestro cuidado. Así es que debimos enfrentar un cambio mucho mayor que solamente la cultura laboral castrense versus la del mundo civil.

Pese al COVID y confinamiento, a finales del 2022 iniciamos un proceso de planificación estratégica, de la mano de la Corporación Simón de Cirene, ya que era absolutamente necesario remirar nuestro quehacer y desde ahí definir hacia dónde queremos avanzar y responder a los estándares establecidos a nivel nacional e internacional en cuanto al trabajo con niños, niñas y adolescentes que han sido vulnerados en sus derechos. Lo anterior, nos permitió definir una nueva misión y visión, estructura organizacional y emprender el camino de la especialización de nuestro quehacer, de acuerdo a los nuevos estándares.

¿Qué distingue a esta Fundación de otras?

Creo que hay dos cosas que nos distinguen, la primera son nuestros 60 años de historia y experiencia en el trabajo de cuidado alternativo residencial o como se decía antiguamente en hogares. Lo segundo, está relacionado con que en el proceso de planificación estratégica tomamos la decisión de seguir trabajando en la línea del cuidado alternativo residencial y especialmente con adolescentes. Esto que parece similar, en ocasiones es tremendamente diferente por su complejidad. Trabajar con adolescentes en la práctica tiene muchos desafíos adicionales tales como, adicciones, vulneraciones de más larga data y mayor dificultad en actitudes más arraigadas. De hecho, somos muy pocos los que tenemos esta orientación y aceptamos el desafío. Hoy en día el 80% de las personas que atendemos, son niños y adolescentes sobre los 10 años y eso nos hace tremendamente distintos y con muchos más requerimientos de recursos físicos y humanos.

¿Por qué el trabajo con adolescentes es un desafío mayor?

Primero porque la adolescencia es el periodo de transición hacia la adultez e implica cambios no solo físicos, sino que también psicológicos, emocionales, entre otros. Si a lo anterior, le sumamos que los chicos con los que trabajamos, desde una temprana edad, han estado expuestos a situaciones de violencia, en diversa gradualidad, drogas, alcohol, intermitencia escolar, abandono -en algunos casos- entre otras cosas nos encontramos en un escenario mucho más complejo de abordar donde lamentablemente hoy en día la política pública para este grupo objetivo no funciona, como quisiéramos, mejor dicho, no garantiza los derechos básicos para ellos.

Nosotros como Fundación recibimos una subvención por parte del Estado, a través del Servicio Mejor Niñez, para atender a los adolescentes, pero los recursos no alcanzan, por lo que es urgente iniciar la discusión del sistema de financiamiento actual, que no responde a las necesidades que tienen los adolescentes con los cuales trabajamos y tampoco respecto de las mejoras que nos exige Mejor Niñez; estamos absolutamente de acuerdo que es imperioso mejorar los estándares de atención y de infraestructura, pero eso debe tener un correlato con los recursos que aporta el Estado, y actualmente eso no ocurre. Actualmente, como Fundación vía recursos propios financiamos cerca del 30% de la operación.

Por otro lado, aún se mantiene el desafío de trabajar articuladamente con el intersector, especialmente en el área de salud mental, que es crítica en algunas regiones del país, como Rapa Nui, SENDA en lo que respecta a la entrega de tratamiento de alcohol y otras drogas en adolescentes del área de protección, de donde nos ubicamos como Fundación, educación, que impactan en la calidad y oportunidad de la atención a los adolescentes.

Aún nos queda mucho camino por recorrer como Estado y sociedad civil para dar una respuesta realmente efectiva a los diversos requerimientos que tienen los y las adolescentes de nuestro país.

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