Vida después de la vida mediante la Inteligencia Artificial

Por Rodrigo Assar, Senior Data Scientist de SoftServe Chile  

¿Hasta qué punto pueden extender la vida los desarrollos tecnológicos? ¿En particular, cómo puede hacerlo la Inteligencia Artificial (IA)? Es una pregunta que muchos se hacen desde la irrupción de esta tecnología. A decir verdad y durante los últimos años, se han desarrollado avances como, por ejemplo, órganos sintéticos como el corazón y la piel, ambos usados para trasplantes. Es tal el avance, que la tecnología ha sido capaz de descifrar claves de la vida humana, logrando una mejor comprensión de enfermedades y los mecanismos de envejecimiento, siendo incluso, a ciertos niveles capaces de detenerlos.

De acuerdo con Naciones Unidas, para el 2050, se proyecta que aproximadamente el 20% de las personas tendrán por sobre los 100 años, tiempos en los que tendremos un planeta colapsado y con avances tecnológicos importantes. Es en la extensión de expectativa de vida, donde la IA ha jugado un importante rol desde ya varios años.

El reportaje «The AI revolution: Google’S developers on the future of artificial intelligence», evidenció los avances de la empresa en torno a la IA, a través de tecnologías como Bard y la IA Generativa en general. Gracias al uso de esta tecnología, se han podido resolver problemas imposibles para la humanidad, como lo que hizo Deepmind descifrando la estructura de las proteínas con infinitas aplicaciones en salud, algunas de ellas apuntando justamente a extender la vida humana.

Pareciera ser que la idea de películas de ciencia ficción va tomándose nuestra realidad a través de la robótica y la IA, ya sea reemplazando partes del cuerpo o haciéndolas “súper humanas”, pero ¿hasta dónde hay que llegar con la incorporación de tecnologías? He ahí dilemas éticos y legislativos que países como Chile han puesto en la mesa para garantizar límites y cuidado de datos.

Sin embargo, el impacto de la IA va más allá de la vida física como la entendemos hasta ahora, abriendo un conflicto ético más predominante por sobre lo planteado anteriormente. ¿Será posible transcender a través de la inmortalidad tecnológica? En el reportaje «Living Forever Through AI: Digital Inmortality and the Future of Death» se aborda el tema de cómo podemos extender nuestra vida, no como la conocemos, sino que a partir de digitalizar nuestro ser: la protagonista del reportaje vive en carne propia la experiencia de digitalizar su ser para interactuar con sus hijos y conversar respecto a recuerdos de sus primeros años de vida, describiendo los sentimientos vividos. Generando un lugar donde podamos digitalmente resguardar nuestros recuerdos, experiencias y con ello capturar nuestra esencia.

Emular el cerebro es muy difícil, pero se ha avanzado mucho en la digitalización de los recuerdos, ello a través de archivos en distintos formatos; textos, audio, imágenes y videos. Estos archivos alimentan tecnologías de IA generativa resultando en chatbots cada vez más avanzados, incluyendo conversación vía texto y hablada además de una imagen digitalizada de nosotros mismos, que emulan nuestro ser.

¿Y si usamos estas herramientas una vez muertos? Hasta hace 20 años estábamos acostumbrados a revisar fotos de nuestros seres queridos fallecidos, luego pudimos contar con videos de ellos en experiencias realmente vividas. Pero hoy podremos emular una interacción con ellos a través de sus versiones virtuales, haciéndonos sentir que están “vivos” aún después de muertos.  

Ese es el caso de los virales de internet donde podemos ver a John Lennon cantando nuevamente con The Beatles o podemos escuchar a Freddy Mercury cantar una canción de Luis Miguel ¿Hasta dónde podemos y/o queremos llegar con eso?

A medida que exploramos los límites de la inmortalidad tecnológica, es imperativo considerar cuidadosamente cómo la IA redefine nuestra concepción de la vida, la muerte y la continuidad, asegurando que estos avances se enfoquen en enriquecer nuestra experiencia humana sin eclipsar los valores y misterios que dan profundidad a nuestra existencia, o por lo menos, eso es lo que dice ChatGPT.  

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