Sergio Massa, un equilibrista pragmático que aspira a la Casa Rosada

Este arquetipo de político tradicional, consciente de sí mismo y de su entorno, ha tenido una fortaleza durante su trayectoria política: saber esperar.

Con seis años ya quería ser presidente de Argentina, y así se lo transmitía a sus compañeros del colegio Agustiniano, en el municipio bonaerense de San Martín (este), donde se radicaron sus padres italianos. A los once, se subía a un balde e imitaba los discursos de los funcionarios que veía por televisión.

Cuarenta años después, Sergio Tomás Massa, hoy candidato de la coalición electoral oficialista Unión Por la Patria (centroizquierda) y que competirá en la segunda vuelta electoral argentina del 19 de noviembre, se ha mimetizado en esa ambición que intentó desalentar su abuelo paterno: «No te metas en la política, la política es porca (sucia)», le decía.

Este arquetipo de político tradicional, consciente de sí mismo y de su entorno, ha tenido una fortaleza durante su trayectoria política: saber esperar. Con esa paciencia, se mueve como tiburón por los meandros del poder. Socio de todos, está bien conectado en la justicia, en los mercados, en los medios, en Washington. Pero tiene un yunque en sus espaldas: es ministro de Economía en un país con una inflación vertiginosa.

OLFATEADOR NATO

«Massa viene haciendo un camino en el que ha ido construyendo hitos de gestión, no sé si eficientes, pero sí efectivos desde distintos cargos y a distintos niveles de gobierno para construirse a sí mismo como figura presidencial», plantea la politóloga Analía Orr, docente en la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco, en la provincia de Chubut (sur).

En los años 80, Massa se arrimó a la Unión de Centro Democrático (Ucede), un partido conservador liberal que apoyó al expresidente Carlos Menem (1989-1999).

«A pesar de que se le cuestiona su origen con la Ucedé y sus desplazamientos ideológicos, en ese momento el peronismo estaba asentado en una versión asociada al neoliberalismo», contextualiza Orr, integrante de la Red de Politólogas.

En los 90 abrazó el peronismo. Y en los 2000 se enlazó a Malena Galmarini, hija de un dirigente menemista con quien, además de casarse, gestó una sociedad política.

Tras ganar en 1999 sus primeras elecciones como diputado provincial, Massa fue designado por el expresidente Eduardo Duhalde (2002-2003) como director de la Administración Nacional de la Seguridad Social (Anses), cargo que mantuvo durante el Gobierno de Néstor Kirchner (2003-2007) y que le permitió mostrar otra de sus virtudes: la gestión.

Ese perfil lo distingue de su principal competidor, el candidato de La Libertad Avanza (ultraderecha), Javier Milei, que hasta 2021 no tuvo un cargo político y que era el favorito en estas las elecciones generales tras haberse impuesto en las primarias del 13 de agosto.

Tras ejercer entre 2008 y 2009 como jefe de gabinete en el Gobierno de Cristina Fernández (2007-2015) en reemplazo del hoy presidente Alberto Fernández, Massa retomó la alcaldía de Tigre, territorio desde el que preparó su proyección nacional. Corría el año 2013, y el funcionario pensó que era un buen momento para terminar su carrera de abogado.

Opositor al kirchnerismo

Ya graduado como letrado, Massa salió a confrontar con el kirchnerismo del que había sido parte. Con su propio partido, el Frente Renovador, se impuso en las elecciones legislativas de 2013 en la provincia de Buenos Aires (este), territorio bastión del oficialismo donde vive un tercio del padrón electoral.

Con estas credenciales, Massa entendió que había llegado el momento de catapultarse como líder de la oposición peronista al kirchnerismo. Lo ganó de mano un contrincante más acérrimo todavía en su antagonismo con la entonces presidenta, Cristina Fernández. Fue así que Mauricio Macri (2015-2019) se puso al frente de la primera magistratura tras vencer en las elecciones generales de 2015.

Tras quedar tercero en aquella cita electoral, Massa bajó su perfil y se arrimó con sigilo al mandatario. Pero en 2019, ante un Macri cada vez más debilitado, optó por reconciliarse con el kirchnerismo, cuando la actual vicepresidenta pensó en Alberto Fernández para encabezar un Gobierno de unidad peronista.

Massa fue el sostenedor de aquel pacto de a tres que lo colocó tercero en la línea sucesoria presidencial al ser designado como presidente de la Cámara de Diputados, por detrás de los Fernández.

A juicio de Orr, este devenir del funcionario lo coloca como «un político pragmático, pero no mercenario, porque sus desplazamientos, pese a lo que a veces se le critica, no son en un rango tan extenso como para pensar en alguien que se acomoda».

La politóloga sostiene que Massa «tiene sus coordenadas, que van coincidiendo con la trayectoria del desplazamiento del peronismo, que también fue muy amplia». Y añade: «Es difícil ser un peronista consecuente, porque significa aceptar todos estos desplazamientos».

TRAMPOLÍN RESBALADIZO

El órdago de este funcionario de 51 años llegó en julio de 2022, cuando asumió el Ministerio de Economía como paso previo a su postulación presidencial. Delante tenía un desbarajuste económico, el peso de una inflación de 71 por ciento interanual, y el ancla que suponía el acuerdo vigente con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para refinanciar un préstamo de 44.000 millones de dólares.

Por más que hoy es el principal rostro del Gobierno ante un presidente casi borrado de la escena, Massa «tiene como gran rival a la inflación, que le recuerda todo el día a la gente que él es el responsable de esa situación que lleva a que una persona con su salario cada vez compre cada vez menos», recuerda la politóloga.

Un día después de las elecciones primarias generales del 13 de agosto, en las que fue ratificado como candidato de Unión por la Patria, el ministro devaluó de sopetón 22 por ciento la moneda oficial a pedido del FMI, lo que aceleró la espiral de precios y deterioró aún más el poder adquisitivo, en retroceso desde 2011.

Tras este volantazo contraproducente para sus aspiraciones presidenciales, Massa ha priorizado desde entonces su papel de candidato por sobre el de ministro con la disminución de una serie de impuestos para disgusto del Fondo, que había exigido un ajuste del gasto del 11 por ciento entre agosto y diciembre.

Massa se embandera ahora en un proyecto «que hace foco en la producción, en el desarrollo del mundo del trabajo, lo que a veces suena un poco extemporáneo cuando sabemos que gran parte del trabajo en Argentina es informal», observa Orr.

El candidato de Unión por la Patria se impuso en la primera vuelta del domingo 22 con 36,33 por ciento de los votos, contra 30,18 por ciento de Javier Milei, de La Libertad Avanza (ultraderecha) y 23,82 por ciento de Patricia Bullrich, de la coalición Juntos Por el Cambio (centroderecha), según 91,34 por ciento de las mesas escrutadas.

Como no superó el 45 por ciento de los votos ni llegó al 40 por ciento con una diferencia de 10 puntos respecto del segundo, Massa deberá enfrentarse en una segunda vuelta con Milei el 19 de noviembre.

(Por Ana Delicado Palacios/Sputnik)

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