Cifra de productividad cae entre 1, 8% y 2, 4% en 2023 y confirma tendencia de desaceleración

El presidente, secretario ejecutivo y economista de la CNEP, Raphael Bergoeing, Rodrigo Krell y Maximiliano Alarcón, respectivamente, se refirieron a las cifras de productividad para el 2023.

La estimación de la CNEP indica que para 2023 se registra una caída de la Productividad Total de Factores (PTF) entre -1,8% y -2,4% para la economía agregada (que incluye a sector minero), y entre -1,8% y -2,6% para la economía sin minería (excluye sector minero).

El secretario ejecutivo de la CNEP, Rodrigo Krell, explicó que “esta situación se da en un año donde se espera una variación de la actividad económica de un 0%, acompañada de un crecimiento moderado del capital y las horas trabajadas de un 3,0% y 1,9%, respectivamente. Dicho escenario, evidencia el deterioro de productividad en 2023 respecto del 2022. En otras palabras, durante el año pasado, la producción no varió significativamente con respecto a 2022, pero se utilizó una mayor cantidad de factores productivos (capital 3,0% y empleo 1.9%).

Ahondó en que las cifras observadas en las últimas décadas son preocupantes, “la productividad es el motor más importante del crecimiento económico sostenido, que permite, entre otras cosas, aumentar el bienestar de la población. Está determinada por elementos como los asociados a la calidad regulatoria, el nivel de competencia en los distintos mercados, uso de tecnología, capacitación, innovación, entre otros. Se trata de variables que no siempre son observables, y debido a ello, es que la productividad es una medida que debe ser estimada”, advirtió.

Cabe precisar que la productividad es entendida, como la relación existente entre la cantidad de bienes producidos y los recursos utilizados con ese fin, es decir, constituye una medida de cuánto puede generarse con un determinado nivel de insumos.

Subrayó que en Chile, “la influencia de la PTF en el crecimiento económico ha decaído con el tiempo. Mientras entre 1991 y el 2000 explicó más de 1/3 del crecimiento anual promedio, desde el 2006 en adelante, su influencia ha sido prácticamente nula”, aseveró.

Explicó que, con la contracción de la PTF en 2023, la media móvil de su crecimiento vuelve a fluctuar en torno a 0%, en línea con lo experimentado desde finales de la década de los 2000. Si bien en 2020 y 2021 la PTF experimentó un crecimiento de 1,8% y 3,2% respectivamente, lo que obedeció a condiciones excepcionales en que se desenvolvió la economía durante la pandemia /COVID-19), las contracciones de 2022 (4,0%) y 2023 (entre -1,8% y -2,4%) absorben dicha alza, alcanzando un nivel prácticamente idéntico, al registrado previo a la pandemia.

Al comparar dichas cifras con la tasas de crecimiento sobre el 3%, registradas a comienzos de la década de los 90’, es posible advertir que los últimos 15 años (2008-2023), mirados exclusivamente en términos del crecimiento de la productividad, se traducen en una etapa perdida. Esta situación, no sólo resalta la necesidad de generar medidas para impulsarla, sino también la de revisar la evidencia (cambios tecnológicos, masificación del teletrabajo), para diseñar políticas que permitan aprovechar dichos desarrollos, y con ello la eficiencia laboral.

Es por esta razón que se ha avanzado en la revisión de reformas sectoriales con el objetivo de mejorar la inversión, crecimiento y productividad. Por ejemplo, y como resultado de varios estudios específicos, la CNEP ha analizado el sistema de permisos para la inversión. El diagnóstico de la CNEP, que identificó al sistema como inestable, ineficiente e incierto jurídicamente, y sobre el cual existe consenso transversal, está presente dentro las medidas incluidas en el Pacto por el Crecimiento Económico, el Progreso Social y la Responsabilidad Fiscal, impulsado por la autoridad.

Cabe precisar que, en línea con la caída de productividad agregada en 2022, el informe de la CNEP, dio cuenta además que seis de los ocho sectores productivos redujeron su PTF. Las principales contracciones se dieron en comercio, hoteles y restaurantes (-11,8%), minería (-9,4%), e industria (-8,4%), mientras que, tanto Electricidad Gas y Agua como Transporte y Comunicaciones experimentaron una expansión de su productividad con un 6,7% y 2,5%, respectivamente.

Maximiliano Alarcón destacó que esta versión del Informe Anual de Productividad, contempló por primera vez el análisis de la Productividad Laboral. “Similar al comportamiento de la PTF, la productividad laboral mostraba un gran dinamismo entre 1990 y el 2000 con tasas de crecimiento anuales por sobre el 4%, sin embargo, a partir del 2011 el crecimiento anual promedio ha sido en torno al 1%”, señaló.

Cabe mencionar que la productividad laboral, definida como el producto que genera un trabajador por cada hora trabajada, refleja parcialmente los cambios en las capacidades de los trabajadores o la intensidad de sus esfuerzos, ya que su variación no solo depende de la eficiencia del trabajador por sí solo, sino también, a la presencia de mayor o menor capital. En simple, puede que un trabajador mejore el nivel de insumos que produce en un año, pero que esto (productividad laboral), no se deba a mayor eficiencia y/o competencias, sino porque contó con mayores herramientas y equipos para lograrlo.

Al respecto, en el caso de Chile, se advierte que “desde el 2000, el principal motor de crecimiento, ha sido la mayor intensidad en el uso del capital, vale decir más inversión en maquinarias y equipos, y no la eficiencia en el uso del capital y el trabajo dada por la PTF. Ello contrasta con lo observado en otros países OCDE, donde la PTF impulsa el crecimiento de la productividad laboral”, precisó.

Ahondó en que el crecimiento de la productividad laboral, “se debe a cambios en el volumen de producto por el total de horas trabajadas en una economía. Para que aumente el nivel de productividad laboral, deben estar presentes algunos de los siguientes escenarios: mayor capital para producir, mejor calidad del trabajo, o mayor eficiencia en la utilización conjunta del trabajo y capital, es decir, cuando se logra mayor PTF”, afirmó.

Por su parte, Raphael Bergoeing, mencionó que “la desaceleración de la productividad es un fenómeno de largo plazo, que se ha visto agravado por la caída en la productividad minera, pero que es transversal en la economía nacional. Su desaceleración previa a la pandemia del COVID-19 es un fenómeno global, comportamiento que incluso, ha sido foco de múltiples estudios y que, dado que ocurrió́ en un periodo con importantes cambios tecnológicos en el área digital, es usualmente referido como la paradoja de la productividad”, afirmó.

Antes de terminar, manifestó con preocupación lo que han mostrado diversos estudios de la entidad respecto de los conocimientos, habilidades y capacitación de la población en Chile, en particular en temas digitales. “Un ejemplo al respecto, son algunos de los datos que recogimos en el estudio de telecomunicaciones, donde se constata que, de seguir el ritmo de capacitaciones en la materia, se requerirían décadas para mejorar las habilidades que la población declara necesitar”, precisó.

Para concluir, advirtió que “políticas que busquen eliminar los cuellos de botella para restringir el crecimiento de la productividad, programas integrados de capacitación con foco en TICS, son clave para impulsar el crecimiento económico sostenido y mejoras en el bienestar de la población”, finalizó.

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