Leila Guerriero confía en que el Gobierno Milei no afecte al trabajo «ejemplar» por la memoria

Recupera en 'La llamada' la historia de Silvia Labayru, secuestrada por la dictadura militar

La periodista argentina Leila Guerriero, que acaba de publicar ‘La llamada’ (Anagrama), se ha mostrado confiada en que la llegada del Gobierno del presidente Javier Milei y de la vicepresidenta Victoria Villarruel no vaya a afectar al trabajo «ejemplar» por la memoria en Argentina.

En una entrevista con la agencia Europa Press, ha afirmado que no cree que pueda pasar y que no lo va a tener fácil si quiere hacerlo: «Quiero confiar en que hay una conciencia social muy fuerte» en ese tema, ha subrayado Guerriero.

Preguntada por declaraciones de Villarruel en las que pone en duda la cifra de desaparecidos durante la dictadura militar, Guerriero ha afirmado que le parece «alarmante» que quien pone en circulación este tipo de discursos sea una voz pública y tenga un porcentaje de votos tan alto.

Sin embargo, Guerriero ha dudado que los argentinos hayan votado a la candidatura de Milei «por ser negacionista, lo votaron a pesar de ser negacionista», empujados por otros problemas como la pobreza, la inflación y la acción de anteriores gobiernos.

Guerriero ha dicho que el trabajo con la memoria en Argentina ha sido ejemplar como muestran el juicio a las Juntas Militares y las condenas, pero se ha mostrado alarmada porque «haya ganado una fórmula que es casi todo lo contrario» y ha considerado que da mucho en lo que pensar.

La periodista recupera la historia de Silvia Labayru, secuestrada a los 19 años y embarazada por militares, trasladada al centro de detención de la Escuela Mecánica de la Armada (ESMA) –donde dio a luz a su hija–, torturada, violada reiteradamente por un oficial y forzada a representar el papel de hermana de Alfredo Astiz, un miembro de la Armada que se había infiltrado en la organización de las Madres de Plaza de Mayo.

«MONTÓN DE SINGULARIDADES»

Leila Guerriero ha subrayado que se sintió atraída por el «montón de singularidades» y aristas que reflejaba la historia de Labayru, integrada en la en la organización Montoneros –grupo armado de extracción peronista–, que su hija fuera entregada a sus abuelos, el repudio que vivió cuando fue liberada en el exilio y ser una de las tres mujeres que han denunciado a un militar por violación.

La periodista ha explicado que ese rechazo en el exilio viene derivado de la desaparición de tres Madres de la Plaza de Mayo y dos monjas francesas tras el operativo de Astiz y «durante años fue una persona apestada».

«No entregó a ningún compañero, no dio ningún nombre. No pudo evitar que la violaran, que la obligaran a acompañar a Astiz. Pero la trataron como si hubiera sido una traidora, se asumía que tenía responsabilidad en la desaparición de las monjas», ha dicho.

El libro también ahonda en lo que vivieron los familiares de desaparecidos, «el daño colateral se multiplicó, cada detenido tenía una familia», y ha admitido que todavía hay heridas abiertas en las familias, con desaparecidos, hijos que no saben su origen y madres y abuelas de la Plaza de Mayo que siguen buscando.

Ha explicado que a la hora de afrontar el retrato que ofrece en el libro fue sin prejuicios, ante una mujer como Silvia Labayru, que ha vivido entre Buenos Aires y España en los últimos años, que no ha querido quedarse anclada en un pasado horrible, pero que sigue teniendo «chispazos que la indignan».

La periodista ha dicho que Labayru le facilitó un 80% de los contactos que aparecen en ‘La llamada’ y que cuando aparecían «inconsistencias o problemas con fechas» las confrontaba con la protagonista del relato.

 

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