Gobierno Feminista: hay que serlo, no parecerlo

Por Maria Fernanda Tirado Thompson, periodista.

Qué duda cabe que, en Chile, en las últimas décadas, hemos avanzado en la igualdad de derechos entre hombres y mujeres.

Sin embargo, no debemos confundir la igualdad en el campo normativo, el cual es declarativo por principio, con la igualdad de condiciones, las cuales corresponden al ámbito de las prácticas.

Hoy, muchas mujeres del sector privado, quienes se beneficiarían de la recientemente aprobada ley de conciliación de vida familiar y laboral, ven cómo sus empleadores articulan resquicios para no facilitar el teletrabajo.

Más grave aún es la deuda que va a dejar este gobierno tras haber excluido a las mujeres del sector público de esta ley. La inclusión, a última hora, del teletrabajo en la Ley de Reajuste del Sector Público es una migaja que agrava la falta.

Cientos de mujeres del sector público, que conforman hogares monoparentales, que son madres y cuidadoras de niños y adultos mayores, hoy dependen del arbitrio de sus jefaturas para acceder a tal beneficio, teniendo que someterse a cursos y evaluaciones especiales que condicionan su acceso al trabajo remoto.

Habiendo una mujer a la cabeza del Ministerio del Trabajo, esta exclusión llama la atención. Cualquiera que haya seguido el debate legislativo de la ley de cuidados, recordará que la ministra Jara estereotipó a la funcionaria pública como una persona detrás de una ventanilla. El rol jugado por la ministra nos recuerda aquella consigna que reza “no basta con ser hombre para ser machista”.

Pareciera que la cultura machista que buscamos erradicar estaría fuertemente enquistada en el corazón de este gobierno. Sin ir más lejos, en la Presidencia de la República, donde hay Departamentos compuestos por más del 90% de mujeres, se acosa y maltrata laboralmente a quienes han levantado demandas legítimas como el teletrabajo.

No es exagerado sostener que estas prácticas generan un ambiente laboral hostil y agotador. Si esto ocurre en la Presidencia, qué se puede esperar para las mujeres de otros servicios públicos, muchas de las cuales tenían puestas las esperanzas en este gobierno.

Vemos con desazón cómo el color morado se ha ido destiñendo, mientras el gobierno se ha quedado en anuncios feministas pomposos, y en las palabras en prosa que ganan likes en las redes sociales.

 

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