
Desde Dakhla a Magallanes: El periodismo que se piensa con los pies en la tierra y la mirada en el mundo
Por Francisco Martorell, director de El Periodista.
En un mundo cada vez más interconectado, y sin embargo marcado por narrativas parciales, prejuicios, fake news y polarización, pensar el periodismo desde un rincón remoto o una metrópolis cosmopolita debería llevarnos siempre a la misma pregunta: ¿al servicio de quién estamos? ¿Del poder? ¿De la ideología? ¿O de la verdad, la ciudadanía y la justicia?
Dakhla, ciudad al sur de Marruecos y puerta de entrada al Sáhara, fue el escenario de un encuentro fundamental para quienes creemos en un periodismo comprometido, informado y crítico. Periodistas de África, América Latina, Europa y Asia nos reunimos para discutir los desafíos globales de la profesión. La desinformación, la manipulación de las redes sociales, la precarización del oficio y los conflictos geopolíticos fueron parte de una conversación que se hizo aún más valiosa por una razón: se dio con los pies sobre el terreno. Ver Dakhla crecer, escuchar su historia, conocer sus tensiones y proyectos, fue una lección de humildad y de ejercicio periodístico en sí mismo.
Mientras debatíamos sobre ética, libertad de expresión y multilateralismo, no pude evitar pensar en cómo estas preocupaciones se cruzan con la realidad de Chile. Nuestro país, muchas veces ensimismado entre mar y cordillera, tiende a mirarse el ombligo. Vivimos una democracia joven, convulsa, en constante tensión entre el desencanto ciudadano y la irrupción de liderazgos populistas. Pero carecemos de una mirada exterior sostenida, de una conciencia de estar insertos en un mundo que también condiciona nuestras crisis y nuestras oportunidades.
Por eso, desde Punta Arenas hasta Arica, urge ensanchar la mirada. Lo que ocurre en el Magreb, en el Sahel o en Gaza, nos afecta. La forma en que se combate la desinformación en Europa o en América Latina tiene lecciones que valen tanto en Santiago como en Puerto Williams. La concentración de medios, la violencia contra periodistas o el uso de algoritmos para manipular audiencias no son fenómenos ajenos, sino parte de una misma tormenta global que exige redes de cooperación y pensamiento estratégico.
En Dakhla, una y otra vez se repitió la idea de que el periodista debe resistir la lógica del algoritmo y abrazar la complejidad. Que debe “contar desde el terreno”, como bien lo expuso el español Javier Fernández Arribas y lo refrendó el peruano Ricardo Sánchez Serra. Y que solo desde la escucha, el respeto a las culturas y la observación directa es posible comprender la magnitud de los procesos que cubrimos.
Traer esa reflexión a Chile —un país donde, como recordaba en mi intervención, muchas veces el periodismo se ejerce como si el mundo terminara en la cordillera— es un imperativo. Porque solo si tenemos el coraje de mirar más allá, de salir de nuestra burbuja, podremos responder a una ciudadanía que exige algo más que titulares rápidos: exige profundidad, conexión y propósito.
Y es aquí donde el periodismo regional también tiene una palabra que decir. Medios como El Pingüino en Magallanes, celebrando 17 años de compromiso con su comunidad, demuestran que se puede informar con cercanía y rigor, conectando lo local con lo global. Que desde el fin del mundo se puede hablarle al mundo.
Dakhla nos recordó algo que no debemos olvidar: que el futuro del periodismo no está en la viralización, sino en la verificación; no en la gritería, sino en la escucha; no en el control, sino en el compromiso. Y que, para eso, necesitamos abrir ventanas, cruzar fronteras, y, sobre todo, ensanchar la mirada. Porque sólo así seremos capaces de contar bien esta época compleja, y de hacerlo con humanidad, con coraje y con verdad.