Debate en TV
Por Francisco Martorell Cammarella
Director El Periodista
Se hizo el primer debate presidencial, de los cuatro postulantes a La Moneda y, más allá de que influya o no mayormente en la decisión de voto, permite sacar algunas conclusiones y ver qué podemos esperar de aquí al 13 de diciembre.
En primer lugar que será una lucha ardua y entretenida. Quedó demostrado que Eduardo Frei está dispuesto a competir con artillería pesada contra el que hoy aparece primero en las encuestas y que el menos preferido en ellas, Jorge Arrate, mostró una voluntad de pelear que no había manifestado en estos meses de campaña.
Sebastián Piñera, mientras tanto, deberá esforzarse comunicacionalmente para evitar las muletillas de siempre, mejorar su postura corporal y dotar a su discurso de un contenido más realizador.
Marco Enríquez-Ominami sacó patente de candidato, dijo que sus firmas fueron aceptadas y logró quedar dentro de la discusión con los dos grandes, Frei y Piñera, ingeniándoselas para evitar que Jorge Arrate ingresara a la disputa mayor. Éste, sin embargo, con un discurso de nicho y dirigido a la izquierda, debe haber removido más de algún corazoncito que estaba con MEO y que hoy puede sumar al Juntos Podemos, especialmente los ex seguidores del senador Alejandro Navarro.
Si bien no se puede hablar de derrotados ni de ganadores, los debates no necesariamente afectan la decisión de voto, sí perdió el que habitualmente lo hace en estas ocasiones: el que encabeza las encuestas.
Sebastián Piñera, aunque suene cliché, era el único que podía perder y su imagen, tensa, se percibió en las pantallas. Tanto es así que las caras de sus acompañantes, muchos de los cuales se fueron apenas terminó el debate, eran largas y de derrota. A la salida de TVN, ya buscaban una explicación y decían que el empresario había sido perjudicado por el formato del programa y la desventaja del 3 a 1 en el público y en el set. En los próximos días deberá revertir la imagen y evaluar los daños del exocet que le envió Eduardo Frei, justo antes del corte y cuando el rating bordeaba los 30 puntos. Su respuesta al misil del ex Presidente, en el debate, no fue buena y le dio la oportunidad al senador DC para atacarlo nuevamente.
Fuera de cámara, pocas sorpresas. Los candidatos no mostraron rostros nuevos entre sus acompañantes. En los debates posteriores, trasmitidos hasta altas horas de la noche, se notó la falta de objetividad en el análisis y la pasión de los representantes de los comandos.
Lo que viene ahora, a dos meses y medio de la elección, es la forma en que se moverán los postulantes a La Moneda para conseguir lo que les resta para salir airosos. Piñera debe ensanchar su ventaja y debe ver con espanto hoy que no sube en las encuestas. Si no obtiene una diferencia de más de 10 puntos con su inmediato perseguidor, hasta ahora Frei, no podrá ganar en segunda vuelta. El ex Presidente debe asegurarse ser el competidor del abanderado de la Alianza en enero y, para ello, se acercará a Bachelet y apuntará sus dardos contra Piñera, pero especialmente contra Marco. Éste último, por su parte, tendrá que salir al mundo, se reunirá con personajes internacionales y comenzará a mostrar a la gente que lo rodea y puede conformar sus equipos de trabajo.
Jorge Arrate, que pretende ser la bisagra en la segunda vuelta, primero tendrá que ganar a los adeptos de la izquierda que hoy quieren darle una bofetada a la Concertación y reeditar, votando por Enríquez-Ominami, los 3 tercios históricos de las elecciones en Chile. El ex ministro de Aylwin y Frei tendrá que poner el pie en el acelerador y encontrar los espacios que hoy los medios le niegan.
Un dilema que, sin duda, deberán enfrentar todos es cómo en los próximos 75 días son capaces de generar nuevos temas y contenidos para que sus discursos no aparezcan repetitivos ante la opinión pública. En esto, Piñera es el más urgido, porque viene hace años en carrera y su campaña se inició en el 2008.
Sea como fuere, el primer debate gustó y tuvo audiencia. Ello deja de manifiesto que la elección captará el interés y, por ende, el candidato que dé ventajas o se duerma en sus cifras actuales, llegará debilitado a diciembre y peor a enero.