Un poco de metafísica sobre los deseos de año nuevo
¿Qué son los deseos de año nuevo? “¡Mis mejores deseos!”, “Año nuevo, vida nueva”, “salud, dinero y amor”, y otras delicadezas de ese tipo… Costumbre simpática y sociable; votos piadosos en muchos casos, cuando se le desea buena salud a una persona de edad y enferma, o de éxito a alguien que está cesante desde hace tiempo, armonía a una familia que se desgarra; pero bueno, son deseos…
Por Daniel Ramírez, doctor en Filosofía (La Sorbonne)
¡Les deseo un feliz año nuevo! Pero, ¿Qué significa eso?
El cambio calendario anual no puede dejar de hacernos reflexionar sobre lo que hemos cumplido, como una especie de inventario del año pasado y reformulación de los proyectos. El pasado y el futuro se hacen presentes, por decirlo así. De allí la práctica social de los buenos deseos. Es allí que yo quería detenerme. ¿Qué son los deseos de año nuevo? “¡Mis mejores deseos!”, “Año nuevo, vida nueva”, “salud, dinero y amor”, y otras delicadezas de ese tipo… Costumbre simpática y sociable; votos piadosos en muchos casos, cuando se le desea buena salud a una persona de edad y enferma, o de éxito a alguien que está cesante desde hace tiempo, armonía a una familia que se desgarra; pero bueno, son deseos…
Pero es interesante. No es solo la expresión de los propios deseos, sino algo que declaramos desear para otros: “te deseo…”; deseos transitivos. Se quiere lo mejor para elotro.
Eso corresponde a la meditación de Aristóteles sobre la amistad, en la obra inaugural de la ética occidental(1): el amigo quiere el bien para su amigo y se regocija de él. Podríamos decir con Aristóteles que los votos entre amigos no presentan problema alguno. Pero claro, primero que nada no expresamos deseos solamente a los amigos, y luego… lo mejor, el bien para él, ¿es el bien según él o según yo? Cuando decimos “Que tus sueños se realicen”, se trata evidentemente de los sueños del destinatario, pero sabemos que los sueños nunca se realizan todos (muchas veces ninguno). “Que tus proyectos se realicen” suena más realista(2), aunque muchos no tienen proyectos, ni tampoco sueños, se detienen justamente en el nivel de los deseos, algo vagamente reconfortante, “conserva la esperanza”, algo es algo, aun si no mueves un dedo para que algo ocurra. A ellos habría que desearles que deseen algo; “te deseo que en el año que viene tengas algunos deseos y que se conviertan en proyectos”.
Pero volvamos al análisis: cuando expresamos querer el bien para el otro, eso significa que ello estará bien para nosotros. Sino no lo podríamos querer. La fórmula exacta debería ser entonces, “Sería un bien para mí que lo que es un bien para ti, ser realizara”.
¿Estamos seguros sin embargo que el otro desea buenas cosas? ¿Y si los proyectos del destinatario de los votos fueran aserrucharle el piso a un colega para ampararse de su puesto o despedir a la secretaria que no cedió al acoso sexual o acusar de pedofilia a un competidor para destruir su carrera? ¿Si los deseos de otros son matar, torturar, poner una bomba? ¿Y si el proyecto fuera suicidarse?
Probablemente sea más sensato desear buena salud. Sin embargo un mentiroso en buena salud miente mejor que un enfermo y un perverso en plena forma daña más que el mismo hospitalizado. La antigua cuestión del “buen cuchillo” de Platón: un buen cuchillo es el que corta mejor, pero en las manos de un asesino, ¿no es mejor un cuchillo sin filo, es decir un mal cuchillo?
El problema es que desear un “bien” para el otro que no es un bien para sí mismo, equivale a no desearlo. No se puede desear (sin contradicción) a todo el mundo que todos sus deseos se realicen, puesto que en muchos casos los deseos de unos perjudicaran a otros, a nosotros mismos y se opondrán a nuestros deseos.Y los deseos se convierten en algo así como: “Feliz año, le deseo que NO todos sus proyectos se realicen”. No suena muy alegre, ¿verdad?
¿Qué se puede entonces desear? ¿Que solo tus buenos deseos, aquellos constructivos, leales y generosos, se realicen? Pero ¿quién determina lo que es bueno, constructivo, leal y generoso? Necesariamente el que formula los deseos. Es natural desear que los demás hagan el bien, que sean mejores, y ello de acuerdo a nuestros cánones del bien y el mal. El pequeño problema es que eso significa en el fondo desear que NUESTROS deseos se realicen y no los del otro. “Te deseo que mis deseos se realicen y que todos mis proyectos tengan éxito”. O, mejor: “Feliz año, te deseo que desees las mismas cosas que yo, así podré desearte que tus deseos se realicen”. Lo cual es equivalente a “te deseo que desees que mis deseos se realicen”. Un poco extraño, ¿verdad?
¿Qué hacer entonces? ¿Podemos imaginar deseos deseables por todos y para todos?
Muchos piensan que es fácil de encontrar: la paz en el mundo, el fin de las hambrunas, la salida de la crisis económica, la justicia internacional, el equilibrio ecológico…
Peros si fuera tan fácil, ¿Cómo ocurre que todo ello no se haya realizado ya? Todos los años comienzan con votos, bonitas tarjetas. Un concurso de hipocresía entre diplomáticos y dirigentes, fuegos artificiales de palabras, humo, “vanidad de vanidades”, diría el antiguo sabio.
¿Y entonces? ¿Pasar? ¿Esperar el año próximo? Pero el mismo problema se presentara una y otra vez.
¿Porque no arriesgarse a decir algo más?
A veces me he aventurado: “Les deseo un año lleno de reflexión y de cuestionamientos”. Claro que eso no llama a destapar champaña. A la manera de cura: “Les deseo el cumplimiento de lo que hay de más espiritual de sus vidas”. Estilo marketing: “Les deseo aventura e intensidad en todas sus empresas”. New age: “Que este año que comienza esté lleno de experiencias de belleza profunda, armonía y autenticidad”.
Podríamos inspirarnos en la antigua “regla de oro”, y formular algo así: “no desees a los otros más que deseos que tu querrías que te deseen a ti mismo”. O de manera positiva: “desea a los demás lo que tu desearías que te deseen”.
Hemos avanzado un poco, perose trata de algo puramente formal, sin contenido alguno.
Una versión más sofisticada nos viene de Kant con su imperativo categórico. Claro, eso no inspira tampoco a destapar champagne, pero quien sabe… Votos de año nuevo según la primera formulación del imperativo categórico(3), serían tales que todo ser inteligente podría comprender, aceptar y formular a su turno. Algo así como: “Formula deseos que todo ser humano podría hacer a cualquier otro sin contradicción ni reserva”. O bien: “Te deseo que puedas formular deseos que cada cual podría formular a todo el mundo”.
Pero esto sigue siendo solo formal ¿Qué contenidos podríamos avanzar?
Intentemos: ¿La paz en el mundo? Ya vimos que esto resulta bastante inadecuado por ejemplo a un soldado que parte en campaña, a un resistente que combate contra un régimen podrido.
¿El éxito? Se sabe que el éxito de algunas empresas depende de la ruina de otras. ¿Un comerciante podría desear éxito a su competencia sin contradicción? De la salud, ya hablamos.
Intentemos el amor: “Le deseo mucho amor en el año que comienza y que ese amor despierte también amor en los demás y por todos los demás”. Sabemos sin embargo que es inútil desear el amor universal. El amor simplemente no puede ser “por encargo”. Además, ¿amar qué? ¿Amar a quién? ¿Amar a su dictador, al caudillo, a un manipulador? ¿Amar las armas, la fama, el poder?
Triste, ¿verdad? Pero es por eso que el amor no es ni el juicio ni la ética. Habría que matizar: “Que este año tu ames y seas amado en relaciones enriquecedoras, libres, respetuosas, humanistas”… Demasiadas condiciones para el amor, que no soporta mucho el modo condicional.
Tratemos de afinar nuestra búsqueda; la pregunta sería: ¿qué podríamos desear a cualquiera, incluso a nuestros enemigos?
“Les deseo que traten bien a todo el mundo alrededor suyo de manera que sean lo más felices posible”. Ello funcionaria incluso para un jefe de guerra o para un manager con su equipo que se prepararan para sembrar la ruina y el caos justo un poquito más allá. Pero no funcionaría para sus futuras víctimas. Habría que suprimir el “alrededor suyo”, y volvemos al asunto del combatiente y la imposibilidad de amar a todo el mundo, incluyendo a sus enemigos.
Sin embargo ello forma parte de la exigencia de Jesucristo, esa difícil figura de “la otra mejilla”. Imposible de aceptar, ya lo dijimos, para quien libra un justo combate.
A menos que… se pueda decir algo como “le deseo que sea tan digno de respeto que incluso si Ud. me agrediera, yo le pondría la otra mejilla”. Este tipo de proposiciones se auto-anulan: desde el momento en que tal persona “digna de respeto” agrede, pierde su condición de digna de respeto y el asunto no funciona.
Un compromiso posible: “Le deseo que libre su combate con justicia, lealtad y humanidad, según lo que Ud. considere así, si acaso considera que la victoria será una buena cosa tanto para los vencedores como para los vencidos”. Probablemente no será comprendido por todos. Intentémoslo así: “Le deseo que, tanto en la paz como en el combate, logre ser lo más recto posible, según la mejor parte de Ud. mismo, y de llevar la acción de manera si Ud. fuera su enemigo, estaría orgulloso de tenerlo como enemigo”.
Esto se parece un poco a la antigua ética de los guerreros, que por cierto no es muy políticamente correcta. Sin embargo, el respeto a los enemigos (léase “adversarios” en la vida política actual), en las antiguas éticas, abre la vía a la inaccesible aceptación del otro y da un sentido a la imposible “otra mejilla”. Lo más importante es lo que se debe lograr con el enemigo.
¿Un último intento?
“Que este año le dé la satisfacción de ser mejor, según la parte más universal de Ud. mismo y la sabiduría más verdadera que conozca, en la paz o el combate, de suerte que si su enemigo se comportara de la misma manera, manera, Ud le tendría un respeto tan profundo que desearía ardientemente negociar a la brevedad un arreglo justo y honorable para todos y encaminarse de manera creativa hacia una paz enriquecida de vuestras diferencias, y ponerse cuanto antes a mejorar audazmente la sociedad, cuidar la naturaleza y construir un mundo común para los hijos de los unos como de los otros”.
Me complace imaginar que un soldado israelí podría desearle tales votos a un combatiente palestino y viceversa. Cada uno tendrá sus ejemplos (una presidenta electa, un nuevo ministro…) ¿Qué desearle? Deseos filosóficamente aceptables, aquellos que pasaran este test: ¿Qué desearía razonablemente que su peor enemigo le deseara?
Ya sé, es un poco largo, no todo el mundo tiene enemigos, y después de todo es más fácil decir “feliz año”. Pero la banalidad de tales momentos suele ser aplastante; por eso valía la pena intentarlo. Cada uno puede preguntarse lo mismo: cómo hacer deseos de año nuevo un poco mejores… inspirados en la sabiduría que más le hable.
El próximo año podremos recomenzar. ¿No es lo propio del año nuevo?
*Este artículo es la traducciónresumida de « Petite métaphysique des vœux de nouvel an, ou comment se prendre la tête pour dire «bonne année» »,publicado en Temps de Philosophie : http://philo-music.eu/2009/12/31/petite-metaphysique-des-voeux-de-nouvel-an/
(1)Aristóteles, ”Etica a Nicómaco”, libro VIII, capitulos9 y 10.
(2)La diferencia entre un sueño y un proyecto a la hemos comentado en nuestra columna de julio 2013: http://elperiodistaonline.cl/la-voz-de/2013/06/lo-que-queremos-lo-que-debemos-y-lo-que-podemos/
(3) “Actúa de acuerdo a la máxima de tu acción según la cual tu podrías desear al mismo tiempo que ella se convierta en una ley universal”. Kant, “Fundación de la Metafísica de las costumbres”, sección II.O“Critique de la Razón práctica”.
Gracias por hacernos comenzar el año reflexionando. Es la pura verdad que se expresan deseos sin ninguna atención ni rigor. Leyendo este texto me doy cuenta el porqué estos períodos son tan cansadores y estas ocasiones de desearse buenos deseos, se malgastan en ruido, tomatera y banalidades.